Mauro Basaure

Uno de los núcleos del pensamiento de Marx refiere a la cuestión del intercambio de equivalentes. Lo que define técnicamente el inicio del capitalismo es que en él la fuerza de trabajo adquiere la forma mercancía, es decir, que, como cualquier otra cosa, ella se transforma en objeto de intercambio. Al contratar y vender la fuerza trabajo se produce, así la teoría burguesa, un intercambio de equivalentes. Lo que hace Marx es mostrar que ese intercambio de equivalentes no es en realidad justo, sino que implica la explotación del más débil, de quien vende su fuerza de trabajo. En definitiva, lo que hace Marx es mostrar que aquello que “todo el mundo” considera una cuestión igualitaria justa, el intercambio de equivalentes, constituye en realidad una injusticia. Es esta tesis de Marx — que no me interesa aquí explicar en sus detalles y fuentes —, la que, en tanto sospecha, sigue siendo muy relevante en nuestros días. Formalizaré esta sospecha del siguiente modo: lo que—en apariencia— es—justo—es—en realidad—injusto. Mi ponencia está compuesta de una serie de análisis basados o derivados estrictamente de esta formulación.

1. Como se puede ver, en esta formalización queda contrapuesta la apariencia y la realidad. Esta contraposición tiene la forma la crítica de la ideología: aquello que el común de nosotros tiene por real no es “la realidad” sino que es apariencia. Lo que hace la crítica es denunciar el carácter falso de que es tomado por real, y tratar de generar conciencia respecto de la ocultación de la “verdadera realidad”.

Ad 1. Discursos con este tipo de estructura argumental han sido, desde un tiempo hasta esta parte, fuertemente cuestionados, y creo que no sin razón. Son muchas las cuestiones críticas que podrían decirse contra ellos Aquí refiero sólo a una: Tales discursos implican una asimetría demasiado radical entre el saber ordinario y el saber científico social. Mientras que éste sabe qué es lo real y lo verdadero, todos los demás somos ineptos y ciegos frente a la realidad y habitamos en un mundo de apariencias. Todo esto conduce a un paternalismo vanguardista, desde mi punto de vista, insostenible, éticamente reprochable y, de hecho, poco plausible desde el punto de vista de la efectividad práctica.
Dejo esto de lado, pues no es mi punto.

2. En la formalización propuesta se establece además una contraposición entre justicia aparente e injusticia real. Este aspecto es en realidad el núcleo de la sospecha marxista. Este aspecto de la a sospecha tiene la forma de un engaño: Lo que reina es la ley de la
igualdad, pero el individuo es permanentemente estafado en su igualdad. Es estafa de en el intercambio lo que denuncia la crítica de la ideología recién mencionada: no se trata de un intercambio de equivalentes, como aparenta, sino que de un intercambio injusto.
Quiero analizar, de manera separada, los dos términos aquí implicados:

2.1 Justicia aparente. Desde mi punto de vista, es necesario siempre partir de la base de que los actores — aún cuando existan zonas de la realidad social que les son extrañas, ajenas, desconocidas — poseen gran parte del saber social y no son ningunos bobos. Según
esto, tal justicia aparente — que tiene, como digo, la forma de un engaño — no puede ser un mero engaño, no en la forma en que se puede engañar a un niño. Justicia-aparente, aunque no sea real, sí es en cierto sentido justicia. Digo esto en dos sentidos:
a) el primero, que es más trivial, refiere al hecho de que el contrato de trabajo — que inaugura el engaño — supone la fijación de una relación legal entre los contratantes que los protege de manera recíproca de que normativamente los protege de formas de abuso y
arbitrariedades, evidentemente, no en el sentido real (de que ellas no tengan lugar) sino que en el sentido jurídico de que cuando ellas tienen lugar pueden llegar a ser sancionadas por la vía jurídica. En contrato instaura una relación de reconocimiento recíproco de derechos basado en el reconocimiento de la ley. Y a esto se puede apelar en los casos empíricos en que se produzcan violaciones al contrato...

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