Notas
sobre globalización, su impacto y la
necesidad de repensar el ideario de una justicia globalizante. ( La lucha por la igualdad desde la articulación
de reconocimiento, justicia y responsabilidad solidaria) [1]
* a:¿ Qué lo
hace pensar señor que el peligro es muy grave? Respuesta: ignoro si el
peligro es muy grave o no, ese es
precisamente el problema (J.P.Dupuy);
*”Que sería una felicidad que no se midiese con la inconmensurable
tristeza de lo que acontece?.Porque el curso del mundo esta trastornado. El que
se adapta con cuidado a él se convierte en partícipe de la locura, mientras que
sólo el excéntrico puede sostenerse y contener el absurdo”, (T.Adorno) ;
*”je suis homme avant d’etre francais ,je suis nécessairement homme
et je ne suis francais que par hasard”, (Montesquieu)
Abstract
La actual crísis que enfrentamos es una de
las primeras que genera efectos globales.
Ella está ligada a algunos rasgos propios de la globalización. En este texto proponemos algunas notas de
lectura al respecto. Por una parte,
intentar desentrañar algunos rasgos de la actual crísis y las dificultades del pensar social y político actual para dar
cuenta de ella. Situación esta última que ligamos a una insuficiente consideración de un marco de referencia desde
el cual leer los actuales fenómenos y procesos sociales, económicos, políticos
y culturales.
Por la otra, reflexionamos sobre la necesidad de articular reconocimiento, justicia y
responsabilidad como principios normativos y de manera no excluyente; única forma quizá
de enfrentar el rasgo (social, político, económico y cultural) primordial y
estructural del devenir de nuestras
sociedades latinoamericanas: la desigualdad ( y su corolario de injusticia).
Keyboards
Globalización, crísis, desigualdad, justicia,
reconocimiento.
Hacia
un nuevo punto de vista ¿ : la reflexión
en medio de la crisis actual
1: Es solo en estos últimos cien años que la humanidad –o un sector de
ella-ha creado las condiciones para su autodestrucción, sea de manera directa
–conflagraciones nucleares o similares; o de manera indirecta, mediante una
alteración irreversible de las condiciones medioambientales requeridas para que
la vida humana y la vida en general siga siendo posible. Con el humano, la
naturaleza se ha sobrepasado a sí misma, con lo cual ha tomado un enorme
riesgo: el riesgo de la catástrofe expresado ya en los diversos holocaustos que
hemos vivido, en el norte poderoso, pero también entre nosotros, al sur del
mundo, pero ahora una catástrofe total [3].
Somos testigos de la cristalización actual
de fenómenos turbulentos en el espacio
económico-financiero, medioambiental y alimentario, de una magnitud que
quizá no estamos en
condiciones de dimensionar, sea porque caminamos sobre su estela; sea
porque no tenemos aun a la mano suficientes elementos como para
vociferar
situaciones terminales o apocalípticas. Sin embargo, Ausschwitz y los
holocaustos ya estuvieron aquí y dejaron tarea. Asi como Adorno
consideraba que la tarea del pensar se
dividía en un antes y despues de Ausschwitz, quizá la tarea nuestra va
por el mismo camino ante la magnitud de los
acontecimientos y las marcas que deja. Y
ello aunque sea apelando a lo que Jonas llamo la heurística del
temor. Porque ese temor no es mera heurística, se
va volviendo realidad, tanto en el dominio de lo humano como
alimentario o medioambiental. Podría el ejercicio de reflexión
ético-política y social ayudar a impedir la repetición de esos
fenómenos; comprenderlos, anticiparse, prevenir
sobre lo que está sucediendo bajo nuestros pies?.
2: Y aunque ello así fuere, de nuevo resonarían las palabras (dentro y
fuera de nosotros): y ahora quien podrá
salvarnos?.
Una vez que hemos hecho
desertar de la vida en común, de los
distintos subsistemas, alguna religiosidad otra que no sea aquella
proveniente del manido autointerés, de la creencia en la tecnología o
en el
progreso infinito ¿. Una vez que hemos
disecado en buena medida la unidad de la razón en su diversidad de
voces, para
dejarla convertida en razón de cálculo o
en forma trascendental ? . Se reflexiona
y se escribe bajo el signo del incierto
destino que nos depara la
globalización modernizante. Quizá, y lo
digo así, porque no soy gurú o experto en algún tarot social, hoy más
que nunca
la demanda de parámetros renovados desde el punto de vista ético,
social,
político o económico, están a la orden del día. Lo novedoso en el
presente es
que no los necesitamos nada más como
expresión de otra filosofía política mas, es decir, desde determinados
presupuestos abstractos de modelos
pensables sobre las bases de un orden
colectivo deseable, sino que esta crísis nos hace un llamado a retomar
un
impulso, un esfuerzo a favor de la elaboración de puentes viables entre
filosofía política y moral, teoría jurídica, razón económica . Pero no
solo
esto. Quizá también lo que nos muestra
este tiempo es que esas reflexiones tendríamos que cruzarlas o,
ponerlas sobre
su base, es decir, no de manera aislada
del capitalismo actual, del tipo de cultura que ha ido generando. Da la
impresión que buena parte de las mejores reflexiones –desde Rawls en
adelante por
ejemplo-, pueden hacerse con prescindencia de una visón critica del
capitalismo
como sistema y forma cultural, o de las democracias liberales realmente
existentes, y por tanto , que sean pensables –esos marcos
político-normativos-,
al margen de un marco referencial mayor. O , de otra forma, al margen
de un punto de vista más totalizador.
Por cierto, me doy cuenta que no han estado los tiempos para el uso de
una
categoría como esta en el espacio del pensar normativo, político o de
las
ciencias sociales. . Pero quizá es algo
que debamos entrar a revisar. En
particular, si, uno se motiva y orienta
tras el ejercicio de una dialógica, en
la traducción de la inquietud y participación en una crítica , en un
esfuerzo a
favor d e una comprensión transformadora y una transformación
comprensiva de la realidad, en pos de una
política emancipadora . De ese modo por
ejemplo tendríamos que indagar no solo
por las fuentes políticas o culturales de la injusticia global
existente, sino preguntarnos también por sus fuentes más estructurales,
de tal modo
de sobrepasar una visión demasiado parcelada de ellas. A lo mejor de
esta forma –como algunos han sostenido-,
podríamos sortear la práctica de una política unidimensional, en la
cual algunos de sus elementos o aspectos son
elevados rápidamente al lugar del todo desde donde leer las realidades
injustas (por ejemplo, cuando los
motivos socioculturales de distinto origen –raza, mujeres, etnias,
tribus-, se mutan en motivos
culturalistas desde los cuales se cree poder dar cuenta de todo, al
reinvindicarse desde sí y para sí como “los” motivos de injusticia).
De
la globalización y los tiempos que
corren
3:
Las discusiones actuales sobre injusticia y justicia –local, nacional o
global-, se enmarcan en el nuevo contexto que puede leerse como expresión y
resultante – paradojal en muchos sentidos-, de una dialéctica modernidad/modernización (en lo económico, político y cultural), en clave globalizadora y sus
efectos. Este proceso de globalización
modernizante tiene como eje impulsor una singular alianza y/o bloque de e
economía capitalista y revolución tecnológica. Una alianza que ha estado a la
base de su opacidad e ineluctabilidad y que marca
también uno de los rasgos de este proceso hasta hoy: la aparente imposibilidad para sus actores de
jugar otro rol del que juegan, no solo de aquellos que –la mayoría en verdad-,
estamos ligados a una función y un rol en la división social/mercantil del
trabajo , para poder vivir, sino también en aquellos que ejercen las posiciones
directivas e influyentes en esta nueva fase de un capitalismo
re-liberalizado. La globalización
financiero-mercantil, así como mediático-tecnológica se vuelve una suerte de
proyecto sin utopía ni sujeto
visibilizable que se incorpora Estados y países redefiniendo espacios, territorios, relaciones sociales y formas del
desarrollo –objetivo-subjetivo-, en una
progresión de infinitud. El problema es
que progreso infinito y crecimiento ilimitado puestos como algo
factible y vector de este proceso terminan reproduciendo – a nivel
global-, condiciones de desigualdad –por
ende, de injusticia-, y de liquidación
de los dos principales factores de toda posibilidad de vida y riqueza: el ser
humano y la naturaleza¡ Estas situaciones estarían a la base de lo que algunos
han llamado nueva fase o nuevo espíritu
del capitalismo, ahora generalizado.
Pero esta nueva fase o espíritu lleva hacia otros parajes. Hacia unos en
los cuales lo que hay es la instalación progresiva de un capitalismo nihilista
(como bien lo ha señalado F. Hinkelammert) de
tipo diferente al que dominó la escena hasta entrado los setentas . La
novedad aquí es el abandono de la pretensión de representar
algún interés general, o algún potencial de la
razón; ahora asume su destrucción creadora : convierte medios en fines
y predica que no hay otra alternativa. Es la transvaloración de todos
lo valores,
para dejar solo el calculo medio-fin, costo-beneficio, maximización;
renunciando a su contenido utopizante y
entrando en una mística de aceleración creciente.
El neo-liberalismo no habla de realidad. Será reemplazada por la
institución mercado y por el intento de convertir al sujeto en billetera
calculante. Si hubiera competencia
perfecta todos los problemas encontrarían solución . La
ampliación de la influencia y acción del capitalismo, de los mercados y las
relaciones monetarias , no deja d e provocar severos cambios en las sociedades.
Quizá el mas señero sea la pretendida autonomización de la esfera
económico-tecnológica en su relación con la sociedad y la política. Algo de lo
cual estamos viendo las consecuencias hoy dia.
4 :
Alguna vez Habermas expresó que la nueva
gramática del pensar político y
transformador estaría modificándose porque ya no necesitaríamos reinvindicar en el espacio de la
distribución, sino que más bien las reclamaciones se limitarían ahora a su
dimensión sociocultural [4].
Sin
embargo, los datos de los Informes de Naciones Unidas y de otras
instituciones internacionales desmienten mejoras sustantivas en el
terreno de
las desigualdades Al mismo tiempo no se
puede negar que en el espacio sociocultural emergen reclamaciones
nuevas, ligadas a ejercicios ahora reinvindicados de formas de vida e
identidades diferentes, o lo que podría catalogarse, como la
presencia de un nuevo pluralismo. Lo que queda claro es que las
sociedades contemporáneas
distribuyen en estos últimos años de
manera crecientemente desigual recursos naturales, oportunidades,
bienes
sociales, derechos, libertades, que permitirían a cada cual, seguir sus
planes
de vida, sus ansias de autorrealización en articulación con su contexto
de
emergencia o adopción. Por cierto, las
desigualdades no afectan solo el espacio de distribución de bienes
sociales y
recursos fundamentales, aspectos centrales a la ahora de resguardar las
condiciones
de posibilidad de una vida digna, sino también, tenemos que mirar
aquellas injusticias que se dirigen y/o
provienen del espacio sociocultural.
Y claro la desigualdad galopa en estos
últimos veinte años no solo entre países ricos y pobres, sino también
en el
norte desarrollado, lo cual genera, lo sabemos y lo hemos visto, la
presión
en sus fronteras, en pos del sueño
americano y/o europeo (el drama de la inmigración) Puede ser entonces
que la falta de un marco referencial haga que la demanda de una
política de
emancipación se manifieste segmentada y fragmentaria : o redistribución
o
reconocimiento.
Y
qué pasa con nuestra América?
5 : Si miramos a nuestra América , a
pesar de su heterogeneidad, subsiste un rasgo transversal y permanente de
nuestras relaciones sociales: podemos afirmar que
la desigualdad es un rasgo distintivo
de nuestras estructuras
institucionales, sociales, culturales y políticas desde su origen
mismo, provocando que las mayorías de nuestras poblaciones haya debido
vivir, bajo
esa desigualdad, en condiciones críticamente deficitarias en lo que
concierne a
su acceso no sólo a los recursos materiales y los medios de
subsistencia, sino
también en lo referido a capacidades, libertades y estima social
[5]. Por tanto el punto de partida nuestro en la
reflexión no puede ser ni democracias constitucionales consolidadas ni tampoco,
modelos o tipos ideales a-conflictivos, o a-históricos, menos aun, situaciones
de equidad relativa que no tenemos. Dicho
de otra forma, lo que se manifiesta históricamente es la incapacidad de los
distintos proyectos históricos en nuestra América para contrarrestar el dato
central de nuestra convivencia : la (
s)
injusticia (s) . Y es una injusticia por
decirlo así bifronte. Refiere, tanto a la
distribución de recursos, derechos, bienes sociales fundamentales
(salud, alimento, educación, vivienda, medio ambiente), es decir, condiciones
de posibilidad de vida, de vida humana,
como al espacio de
consideración, respeto y aprecio
de cada uno (autonomía) y de su faceta grupal-colectiva , en cuanto a su forma
de ver y vivir en el mundo, a su
dinámica de construcción de pertinencia
identitaria. Por cierto, vemos los
asuntos identitarios no de modo esencialista en cualquiera de sus versiones
(más conservadora o más progresista). No
nos interesan tanto los temas de identidad
per
se,
sino en tanto y cuanto ellos, dinámicos y evolutivos , es decir, en
permanente elaboración y reelaboración –más aun ahora bajo el impacto
de nuevas
tecnologías del yo-, forman parte del subsistema cultural. Y, la
cultura, a su vez, nos interesa porque es también un medio de expresión
de injusticia.
6: En particular, y en esto coincido con algunos autores actuales, en cuanto a que ciertas
creencias, prácticas, valores y normas, convertidos en patrones de conductas
más o menos institucionalizados en el tiempo, se hacen correa de transmisión de
actitudes de menosprecio, subordinación, segregación, exclusión, sea por
motivos económicos, políticos, de raza, o sociales
[6]. Marcan el signo de la
intersubjetividad social entre nosotros y de su administración
colectiva. Abriendo así – d e paso- una
interrogación sobre la necesidad de no solo reflexionar/promover reformas no
reformistas en el campo d e la política y la economía, sino también, en el terreno de
lo ético-cultural, como ingrediente fundamental para el logro de una sociedad
justa e igualitaria. No podemos decir
nada conclusivo por ahora al respecto. Pero sí
que
la historia social del país,
tanto la del pasado cercano, como la del pasado anterior, parece
manifestar
distintos signos de negación del otro, de su dignidad, palabra y
derechos, sea en el ámbito material o
simbólico. Puede leerse el proceso histórico de nuestra propia búsqueda
de
modernidad, como atravesado transversalmente por un rasgo
reiterado, pero pocas veces adecuadamente realzado : la presencia de
una larga y no
terminada disputa por el reconocimiento. Con esto queremos decir que el
proceso de modernización que vivimos, esto es, el permanente esfuerzo del
país y sus elites dirigentes por ser
modernos (y hacernos modernos, en suma), desde que nos constituimos en nación
independiente, refleja en su interior una permanente conflictualidad -mas o menos procesada; o mas o menos violenta-, en la
conformación de y el acceso a la dirección y los frutos de las estructuras técnico-productivas , político-sociales y
culturales. Destaca en nuestra
historia una gramática político-moral
que se revela incapaz de procesar deliberativamente
la otredad. Muchas veces, no alcanza siquiera para su inclusión desde el
lenguaje.
Si
miramos el fenómeno de la desigualdad y
búsqueda de la justicia, podríamos ver en ellos otra dialéctica actuante, la
que se da entre el reconocimiento de una macroética acomodaticia, y la búsqueda de derechos que puedan universalizarse. El devenir de nuestra
cultura política , social, económica manifiesta una resistencia, en buena parte de
la población, a cumplir con la aspiración a vivir juntos como iguales y a
desentrañar qué quiere ello decir desde el punto de vista de las actitudes,
normas, instituciones y políticas que se
elaboran y deciden.
7: Nuestra hipótesis es que ninguna democracia o modelo de desarrollo podrá sostenerse a si mismo
y rendirá los frutos esperados si no se enfrenta esta herencia de modo radical,
es decir, interrogando la misma lógica capitalista imperante, así como los
rasgos y caracteres del modelo
democrático y cultural realmente
existente. Hay que considerar que las desigualdades entre
nosotros, no conciernen tanto a la
remuneración de talentos o a las diferentes aptitudes para el trabajo, sino que
en buena medida ellas provienen de la propiedad, su significación, su acceso y manejo concentrado.
Las posiciones ventajosas no están abiertas a todos bajo igualdad de
oportunidades, porque sencillamente no hay concursos para devenir un gran
capitalista, un líder político o una estrella de medios.
8: La novedad de la
situación actual es la totalización del accionar del mercado y su cálculo
restringido de utilidad medio-fin; una lógica y calculo que lleva inscrita en
su frente el signo del nihilismo;
situación que ha desbarajustado y vuelto
particularmente complejas las conexiones entre política, poder, orden social, y
ética, sujeto, normas y fines. Disipada la fuerza y presencia de algún poder
unificador (externo) se instala la ruptura y el desgarramiento de la vida
subjetiva y social hasta hoy (entre
trabajo y no trabajo; teoría y praxis; medios y fines; sujeto y objeto,
etc). Se instala, como dice A.Doménech, un paulatino y doloroso “eclipse
de la fraternidad”. Al mismo tiempo, nuevos
mitos, creencias, institutos emergen que pretenden suplantar ese poder
unificador y arrogarse para si un carácter mágico-mítico incuestionable. Por
tanto se abre desde la modernidad, una permanente búsqueda de formas y medios
que remedien en parte la perdida de un referente unificador de la experiencia.
El único fundamentalismo
actual parece ser aquel proporcionado por una razón técnico-formal en alianza
con una lógica capitalista de producción. El unico peligro actual, las
demandas, aspiraciones, asociación que desde el sujeto/ciudadano proclama el
valor de la vida, la justicia, la dignidad, los derechos, la sustentabilidad
para si y los otros.
Articular
justicia, reconocimiento y responsabilidad solidaria?
9: Qué podemos colegir de manera
provisoria de lo visto en las notas anteriores?
a. La importancia de la reflexión y programas
éticos tiene que ver con que resultan hoy una exigencia para la propia
supervivencia del humano como tal , y por tanto de la propia nature.
b. La pertinencia de encaminar la ruta reflexiva
hacia una reconstrucción de un horizonte emancipatorio en el cual puedan abordarse
la injusticia , tanto aquellas referidas
a los bienes sociales, como la relacionada con los bienes culturales. El punto
de arranque, la reconstrucción de la injusticia bifronte que hoy a la sombra de la nueva crísis se vuelve aun
más urgente tomar en cuenta.
c. Aunque
el análisis ético parta de la propia realidad histórica no puede olvidar su
carácter de horizonte contrafáctico . A
pesar de lo que muestra la realidad, no
estamos impedidos de señalar algunos rumbos que podrían
seguirse en función de construir esta suerte de nuevo imaginario,
compartible entre
diferentes formas de ver el mundo, partiendo de la premisa que no
existe un único partido, grupo de
intelectuales o secta determinada, que estén especialmente dotados para
dictarle
al resto lo que deben seguir como
actitud correcta. Lo segundo, más que proponer formas concretas
de cómo realizar esas normas y/o valores, de qué medidas tomar, se
trata de proponer
ciertos marcos normativos, a partir de los cuales los propios
interesados puedan entre sí acordar cómo lo llevan a la
práctica. Tercero, la
validez de un esfuerzo de este tipo se justifica siempre y cuando
aspiremos a determinar alguna nueva forma de
convivencia y no a una mera
coexistencia entre nosotros.
d :
Abordar el tema de la injusticia y las desigualdades pasa por una gran tarea: recuperar la
dirección en común de los asuntos comunes. Es decir, de todos aquellos que nos
conciernen en tanto miembros de un ciudad, un país, la comunidad
latinoamericana, y la misma humanidad y la naturaleza. Aquellos elementos “comunes” en la esfera del poder económico, del poder
político y del poder cultural, y por tanto, de aquellos prácticas, estructuras y formas institucionales que lo
impiden de hecho. Por cierto, la novedad
globalizadora nos pone nuevos interrogantes y hace la afirmación anterior más
difícil o utópica:: ”un pueblo que oprime a otro no sabrá ser libre”, nos decía
Marx. Entonces, es factible construir
una sociedad justa e igualitaria a la escala de una sola nación? Cómo podrían
articularse los acuerdos nacionales por un lado, y el carácter universalizable
de principios normativos como derechos humanos o justicia igualitaria por el
otro?.
e: Para
lo anterior tenemos que trabajar acuerdos definicionales compartibles sobre la
base de algunos principios normativos que pueden orientar la acción e intervención desde dentro,
tanto en lo local-nacional, como en lo global, que no partan de meros
constructos idealizados, sino también de una radiografía histórica de la
dinámica dominación-emancipación a distintos niveles de la vida social. Requerimos una ética del bien común
redefinido (como ya lo señalo en otro lugar el profesor Michelini; y como
también lo ha expresado a su manera F.Hinkelammert). En este caso como
aquel baremo que contrasta el
necesario calculo de eficiencia - y de
costo beneficio- , la ética del mercado, con las condiciones de posibilidad de una vida digna para todos y la
naturaleza, o como se ha expresado también, con el ideario de una sociedad global justa, que no
puede ser sino una en la cual se cumplan condiciones para que en ella quepan
todos.
Pues bien, entre esos ingredientes principales de
otro ideario normativo en funcion de una justicia global, provisoriamente consideramos la articulación de tres ejes normativos :
§ uno, que se levante sobre el principio del reconocimiento;
§ uno segundo, en torno a una
idea de justicia;
§ el tercero, relacionado con la responsabilidad común
hacia las nuevas generaciones y la naturaleza;
Brevemente, respecto al eje normativo del reconocimiento, lo entendemos como
expresión de reconocimiento de todo otro – de su vida-, como persona -sujeto digno por sí mismo. Una dignidad afirmada en:
a.
El reconocimiento de cada quien
como legítimo sujeto de derechos y
deberes: en el plano ético /político, económico /social y comunicativo/
cultural;
b.
El reconocimiento de todo otro,
más allá de su saber, poder o tener, como alguien capaz de competencia
comunicativa, esto es, como interlocutor
válido en la génesis y conformación
de las decisiones que aluden a las
formas de organizar la vida en común. Ambos ejes de la dignidad humana
encuentran a su vez soporte en dos
imperativos. Uno, de larga data y cuyo
autor es Kant,
que reza “ Actúa de tal
modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona
de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solo como un puro
medio”. El otro, dice que “Todos los seres capaces de comunicación
lingüística deben ser
reconocidos como personas, puesto que en
todas su acciones y expresiones son interlocutores virtuales y la
justificación
ilimitada del pensamiento no puede renunciar a ningún interlocutor y a
ninguno
de sus aportes virtuales” ( K.O.Apel);
Un segundo eje normativo relacionado
con la justicia en un doble sentido:
el reconocimiento de todo otro como sujeto de derechos e interlocutor
válido pasa por crear condiciones crecientes de justicia política y
social. B.i . Justicia social: una sociedad puede llamarse más o menos justa
si todos y todas gozan del mismo acceso general a medios materiales y sociales
(simbólicos), necesarios para un buen vivir ( Eu-bios) y llevar de manera
satisfactoria los planes de vida, como individuos autónomos y como miembros de
una comunidad determinada. De nuevo desde el nivel local, al nivel cosmopolita;
b.ii. un
principio de justicia política: en una sociedad que se considere
políticamente justa, todos y todas nuevamente deben contar con el mismo poder
para contribuir al control colectivo de las condiciones y decisiones que
afectan a su destino común. Lo que debemos entender como reflejando un
principio de igualdad política y de una génesis de un poder colectivo
democrático. Se trataría entonces de poder articular ciudadanía cívica,
ciudadanía política y una ciudadanía social en igualdad de condiciones;
Y uno
tercero, que remite al principio de
responsabilidad común:
considera las consecuencias de acciones y decisiones no sólo en
el corto plazo, sino también en el mediano y largo. En esa evaluación
de las consecuencias pide se tengan en cuenta los no nacidos aún y la
naturaleza. La modificación del alcance de la noción de responsabilidad
–ligada al avance científico-técnico y su modificación
del radio de la acción
humana-, pone en escena un nuevo tipo de imperativo:”Obra de tal
modo que los efectos de tus acciones sean
compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica sobre la
tierra
(H.Jonas). O, dicho por nosotros, “obra
de tal manera que tus actos, privados y
públicos, contribuyan a aumentar el caudal de confianza social
existente en el
presente y futuro”.
Estos
ejes articulados nos proponen un tipo de
sociedad en la cual se profundice de veras la calidad de la democracia, ampliando su ámbito de acción, bajo condiciones
de una radical igualdad social y material.
Reconocimiento, justicia, responsabilidad, derechos,
tenemos que pensarlos también como competencias –horizonte contrafáctico- desde las cuales ir forjando formas de
convivencia e instituciones que apuntalen una democracia deliberativa de
ciudadanos. Como operadores asumidos
desde el poder ético-racional expresado por los sujetos, y al mismo tiempo,
como mediaciones que dan lugar a
instituciones remozadas y creíbles. Con
lo cual introducimos un tema crucial: lo que Castoriadis menciona como la
"íntima solidaridad entre régimen social y el
tipo antropológico (subrayado nuestro) necesario para hacerlo
funcionar"
[7]. Democratizar la democracia, como camino para
abordar los males de la democracia realmente existente. Como siempre en todo esto un problema importante
es la adecuada articulación y operacionalizacion
de esos principios. Con todo, creemos que pueden funcionar como un marco
de referencia válido.
Para ello por de pronto tenemos que trabajar y conjugar tres tipos de criterios:
deseabilidad, viabilidad y factibilidad. No todas las alternativas son viables;
así como no todas las alternativas viables, pueden, a su turno, ser accesibles. En fin, termino este cierre de las XIII
Jornadas de ICala con unas palabras del
viejo Hegel, que parecen venir bien para las tareas que tenemos hoy: “ cuando el poder de la reconciliación
desaparece de la vida de los hombres y las oposiciones han perdido su relación
y reciprocidad vivientes y han cobrado autonomía, surge la necesidad de
filosofar. Tal necesidad es pues contingente y casual. Pero en situaciones de
desgarramiento como la actual representa
el necesario intento de cancelar el enfrentamiento de la subjetividad y
objetividad petrificadas y de entender como proceso y devenir la configuración
adquirida por el mundo intelectual y real”. Premonitorias palabras? .
Muchas gracias
Bibliografía
Apel. K. O., Estudios Éticos, Alfa,
Barcelona, 86
Apel, K. O., Teoría
de la verdad y ética del discurso, Paidos, Barcelona, 91
Ara, P. Ignacio, Las transformaciones de los derechos humanos, Tecnos, Madrid, 90
Bauman, Z., En
busca de la Política, FCE, Bs. As, 99
Castoriadis, C., El ascenso de la insignificancia,
Frónesis, Cátedra/U. de
Valencia, Madrid, 98
Fraser,
N., Justice
Interruptus, Routledge, N.Y./London,
97
Habermas, J., La necesidad de revisión de la izquierda,
Tecnos, Madrid,91
Habermas, J., Teoría de la acción
comunicativa, 2vols, Taurus,Madrid,89;
Hayek, F.
A.,Camino de Servidumbre, Alianza,
Madrid,78
Hinkelammert, F., Nihilismo y globalización, Lom, Stgo, 2001
Hinkelammert, F. El sujeto y la ley, Eunsa,
Heredia, 2003
Michelini, D.
Globalización, Interculturalidad y
Exclusión, Ediciones del ICALA, Argentina,2002
Michelini, D., Bien Común y Ética Cívica, Bonum, BsAs, 2008
Rawls, J.
Teoría de la Justicia, FCE, México,
varias ediciones
[1] Notas presentadas con
ocasión del cierre de las XIII Jornadas Internacionales Interdisciplinarias de
la Fundación ICALA sobre “Justicia global e identidad latinoamericana”,
realizadas entre el 5 y el 7 de
Noviembre del 2008 en Río Cuarto, Córdoba. Serán publicadas en Erasmus, Revista para el
diálogo intercultural, ISSN 1514-6049, Ediciones del ICALA, Año XI-No 2-2009, Universidad Nacional de Río Cuarto.
[2] Dr.Fil./Universidad Católica
de Lovaina. Director Magíster Ética social y Desarrollo humano y
profesor-titular del Departamento de Ciencia Política y RRII, de la Universidad
Jesuita A.Hurtado,Stgo,Chile.
[3] Según científicos
americanos, hemos llegado a una situación – con la contaminación y el cambio climático-, en la cual la
actual emisión de CO2 tendrá que reducirse de 385 ppm (partes por millón)
a, al menos, unos 350 ppm. Todo ello si deseamos preservar un
planeta y una vida sobre la tierra como
la que hemos conocido hasta ahora. Lo cual, como puede preverse, no es algo
evidente ni fácil de hacer.
[4] J.Habermas,
Teoría de la Acción Comunicativa ,
Taurus,Madrid, 89, vol.ii, pp. 555 y ss.
[5] Y claro está, no lo
decimos solo nosotros. hay una ingente literatura al respecto. Pero es de notar
que orgnismos financieros como el Banco Mundial ,nada sospechosos de
izquierdismo-, consignan esta cuestión en sus análisis. Véase su
Informe sobre la Desigualdad en
A.Latina y el Caribe de 2003.
[6] Por ejemplo, el trabajo
realizado por Nancy Fraser, o A.Honneth, entre otros.
[7] Cfr. C.Castoriadis,
El ascenso de la insignificancia, Frónesis//Cátedra/U. de Valencia, Madrid, 98, pp. 23 y ss.