Se define soberanía como la “autoridad suprema del poder público” o “la que reside en el pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos”, pero… ¿Cómo la define el Paraguay de hoy, ese donde proliferan discursos nacionalistas y se expone a su separación de UNASUR y MERCOSUR?

Marcos Glauser

 

Hoy vemos que diferentes grupos ciudadanos hablan de soberanía y autodeterminación, buscando con este discurso la legitimación de un gobierno que accede el poder por la vía de un golpe parlamentario y que representa fundamentalmente a intereses del sector agroexportador ligado a las grandes multinacionales que vienen avasallando desde hace varios años la soberanía paraguaya.

Para tener una mayor claridad en este momento es necesario comprender que Paraguay forma parte de la OEA y del MERCORSUR porque el Congreso Nacional de manera libre y soberana ratificó y solicitó su integración. Por lo tanto, las recomendaciones y medidas que estos organismos tomen, en relación a lo que se considera un golpe parlamentario, responden a los principios que nuestro país asumió de manera libre y soberana. Es por eso que los elementos básicos que constituyen la democracia y el debido proceso y los derechos humanos, no quedan librados a la voluntad de las autoridades nacionales de turno.

Históricamente la recuperación de la soberanía es una lucha de las organizaciones campesinas y otros movimientos sociales. Tomás Palau, sociólogo paraguayo, que dedicó gran parte de su vida y trabajo intelectual a analizar el problema de la tierra, la soberanía y la reforma agraria en Paraguay, decía que la pérdida de la soberanía se da generalmente en tres planos: en lo territorial, lo económico y lo alimentario.

Si nos referimos a nuestra SOBERANIA TERRITORIAL hoy sabemos que más del 25% de las mejores tierras agrícolas y ganaderas de nuestro país está en manos de extranjeros. La evidencia más fuerte de la pérdida de soberanía es el traspaso de enormes extensiones territoriales a productores individuales o grupos corporativos multinacionales. Estratégicamente ubicados en áreas de frontera y en tierras extraordinariamente ricas en biodiversidad, estos territorios se rigen hoy por normas dictadas por sus patrones. El Estado nacional paraguayo en ellos ya no existe y toda la riqueza que se produce va a parar a bancos extranjeros. Son 7.889.128 hectáreas que deberían ser utilizadas para producir alimentos sanos para un pueblo soberano.

En cuanto a la SOBERANIA ECONÓMICA, los hechos sucedidos en los últimos días, desde el golpe parlamentario, hasta la conformación de un gabinete claramente favorable a un sector económico particular, es una prueba más de que las corporaciones financieras, multinacionales, agroexportadoras y proveedoras de insumos agrícolas tienen total control sobre nuestro país. La oligarquía paraguaya, representada por los partidos tradicionales, son los pies y las manos de sus intereses. Así, Monsanto, Cargill, ADM, Dreyfus, Río Tinto tienen tanto poder, que podrían haber conspirado para tumbar a un presidente electo por el voto popular para poner a un títere al que podrán manejar a su antojo. El modelo de desarrollo que estos grupos de poder proponen, atenta contra el medioambiente, no genera mayor demanda de mano de obra al ser mecanizado y expulsa a las comunidades locales.

El siguiente aspecto está muy ligado a los anteriores, la SOBERANIA ALIMENTARIA, la soja avanza en buena medida sobre territorios campesinos e indígenas, desplazándolos y dejándolos sin la posibilidad de producir sus propios alimentos baso sus propios modelos de desarrollo. El 64% de la producción de soja en Paraguay es de extranjeros, fundamentalmente brasileros. La muestra más reciente y violenta expresión de esta entrega a las multinacionales es lo que está ocurriendo con la expansión del área de siembra de la soja transgénica, basado en un modelo que no permite la coexistencia de otras actividades ni la continuidad de una vida digna en la región.

En las regiones fronterizas con el Brasil gran parte de las propiedades de más de 1000 hectáreas están en manos de extranjeros:

- Canindeyu 63% – Alto Paraná 63% – Caaguazu 62%

- Amambay 41% – Itapúa 44% – Alto Paraguay 34%

 

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