Walter Antillon
Grupo Soberanía
 
Hay algo muy chocante, que llama fuertemente la atención en el doloroso viacrucis del pueblo hondureño hacia la democracia: la actitud de Micheletti y de sus malandrines liberticidas.
 
Según nos informa hoy la Agencia EFE, el golpista mayor dió al Brasil un plazo de diez días para que defina la situación del presidente Zelaya; y además manifestó que no acepta el anunciado regreso de los embajadores de Argentina, España, México y Venezuela, mientras no pidan perdón a la gorilocracia hondureña.
 
No es la primera vez que el grotesco personaje y su camarilla asumen una actitud despectiva hacia entidades que normalmente concitarían atención, respeto y acatamiento de parte de un Estado que, no sólo está muy lejos de ser una potencia, sino que de hecho siempre ha estado entre lo más pobres y atrasados de América.
 
Porque, en efecto, a pocos días del golpe, el canciller intruso Ortez Colindres sorprendió a todos al descalificar al presidente Obama como “un negrito que no entiende nada” (¿no sienten aquí el tufo republicano? ¿no es lo que piensa Dick Cheney?); pero luego vino la descalificación de la OEA, de Insulza, de la ONU, de la Unión Europea, de Rodríguez Zapatero, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de tutti quanti que osaran criticar el golpe; todos los cuales, sumados, venían a ser para Micheletti como la tierra bajo la uña del meñique de su mano izquierda. Y ni hablar de América Latina: el desdén de los gorilettis hacia países de segunda como Argentina, Brasil, México, Chile o Venezuela es infinito; y ni mencionar a Centroamérica y el Caribe.
 
Nada ha servido: las declaraciones condenatorias, las medidas diplomáticas, las medidas económicas, incluso las que provienen del Departamento de Estado, no son capaces de mover un milímetro la voluntad de los golpistas hondureños, que ahora pasan al ataque, y se muestran cada vez más arrogantes y agresivos; al punto de someter a los diplomáticos brasileños, al presidente Zelaya y a sus acompañantes a inauditas agresiones y vejaciones dentro de la sede, pisoteando cínicamente la Convenciòn de Viena sobre las Relaciones Diplomáticas.
 
El Gobierno del Brasil llevó el caso al Consejo de Seguridad de la ONU y obtuvo, por unanimidad, una condena simbòlica; la cual se agrega a las condenas simbòlicas de las restantes entidades internacionales y regionales que tanto han divertido a Micheletti en sus horas de solaz y esparcimiento.
 
Frente a la condena retórica del Consejo de Seguridad (que con el aplauso universal pudo haber impuesto fácilmente la decisión de restablecer a Zelaya en la presidencia de Honduras, porque esa era la voluntad unánime de todos los Estados de la Tierra presentes en la Asamblea General; y porque, además, el Consejo constituye la máxima expresión del poder político y militar del Planeta), los gorilas no mueven pestaña, y replican dando un ultimatum nada retórico al Brasil; y negándose a aceptar el regreso de los embajadores de España, México, Argentina y Venezuela.
 
Llevo casi tres meses preguntándome ¿a qué se debe semejante prepotencia? ¿será que Honduras tiene petróleo, uranio y bombas atómicas de última generación; y es dueña, además, de la Cuarta Flota? Muchos analistas se están preguntando de dónde sacan el Ejército y la Policìa hondureños todo el armamento y municiones que han descargado sobre su pueblo durante los últimos tres meses; por qué se ha encontrado, en los sitios donde los soldados hondureños han reprimido a los ciudadanos, profusión de municiones provenientes del ejército peruano. Además ¿de dónde sacan las fuerzas armadas hondureñas   los sofisticados aparatos con los que dirigen hacia la Embajada del Brasil hondas lesivas de la salud y estabilidad de las personas?
 
El desparpajo de los simios golpistas me recordó la actitud del Estado de Israel frente a la docena larga de resoluciones de la ONU imponiéndole la obligación de regresar a sus fronteras històricas, desmantelar los asentamientos en territorio palestino, etc., etc. ¿Por qué Israel no ha hecho nunca el menor caso a las resoluciones de la organización que representa al mundo entero? La respuesta explica también la pregunta de por qué los Estados Unidos ha bloqueado siempre, en el Consejo de Seguridad, toda iniciativa dirigida a obligar a Israel a cumplir aquellas resoluciones. Y esa respuesta es que, como los Estados Unidos creen que ellos deben tener el control del Planeta, necesitan contra viento y marea una base firme en Medio Oriente, desde donde hacer cumplir sus políticas en toda aquella región. Durante los años de la Guerra Fría se adujo que Israel era el gran bastión contra el peligro comunista; pero cuando este peligro desaparece, entonces Israel será el gran bastiòn contra el terrorismo islámico; etc. Parece entonces que este bastión es multifacético, pero en realidad ha servido y sirve, como tantos otros, a un único propósito: los intereses de las super-transnacionales.
 
En 1982, ante la amenaza 'comunista' del gobierno de Nicaragua y de las guerrillas de Guatemala y El Salvador, la CIA persuadió a Reagan para que asentara sus reales en Honduras, convirtiendo dicho País en un potente centro militar con el objetivo de frenar y acosar aquellos movimientos. De ahí nacen las super-bases militares usanas en Honduras; pero también el férreo apoyo a la oligarquía y a las fuerzas armadas hondureñas, para garantizar el mantenimiento de gobiernos obsecuentes. Al cesar los supuestos peligros sandinista, farabundista y demás, los Estados Unidos aflojaron un poquito la mano en Honduras, lo cual dio lugar a lo que podría calificarse como una tregua pseudodemocrática (porque el poder no podía salir en ningún caso de la oligarquía, brazo local de las transnacionales).
 
Israel en el Cercano Oriente, Pakistán y el Irán del Sha en Oriente Medio, Japón, Taiwan y Corea del Sur en el Lejano Oriente; la Sudáfrica y la Rodhesia del Apartheid en el Africa negra; Egipto en el África del Norte, España, Portugal, Alemania e Italia en Europa (donde operaba además la OTAN); Honduras, Puerto Rico y Guantánamo en la cuenca del Caribe Ecuador y Paraguay en Sudamérica, formaron durante décadas el mapa proconsular del Imperio. Ese mapa se ha movido un poco en los últimos años, y en lo que atañe a América del Sur, la base que desaparece en Ecuador será reemplazada con creces por las bases en Colombia.
 
Ahora está claro: el golpe en Honduras expresa la voluntad imperial, porque la deriva de Zelaya para confluir y engrosar los movimientos populares de América Latina significaba claramente un debilitamiento de la posición estratégica del Imperio en esta Región y en el Subcontinente todo. Zelaya tenía que irse para no volver, porque habia que restablecer en su totalidad el papel estratégico de Honduras en el mapa del Imperio.
 
Ahora bien ¿cuál ha sido el papel del presidente Obama y de su Departamento de Estado en esta coyuntura? Cuando han llegado más lejos han condenado el golpe (pero sin llamarlo 'golpe de Estado'); han exigido verbalmente el regreso de Zelaya al solio presidencial; han desconocido el proceso electoral en curso, etc. Pero ya sea por un maquiavelismo que sería despreciable en estas circunstancias, o porque ni Obama ni su Departamento de Estado representan genuinamente al Imperio, lo cierto es que también ellos y sus augustas investiduras han sido ninguneados por la pandilla de los espurios. ¿Qué pasa, entonces?
 
Frente a esa cuestión me inclino a pensar que en los Estados Unidos ni la política regional, ni la mundial son definidas según los valores proclamados por el Presidente, salvo que dichos valores coincidan, como ocurría en la era Bush, con los intereses de lo que podría llamarse las super-transnacionales del Mundo (armas, petróleo, finanzas, medicinas). Son estas colosales empresas las que utilizan al 'Gobierno Imperial Norteamericano' como su brazo armado, su instrumento para el control del Planeta, porque ese control les es indispensable para continuar su crecimiento infinito. Lo cual suena como un requiem por la paz, por el ambiente, por la Tierra.
 
Pero es normal que ocurra así, dentro de la lógica del Capitalismo: las super-transnacionales no son democráticas sino, por el contrario, elitistas y verticales: se les importa un comino la voluntad del pueblo norteamericano. Y entonces ¿por qué iban a obedecer a Obama? Simplemente lo dejan hacer bien o mal su papel, mientras no roce los intereses que ellas privilegian. Es escalofriante pensar que este Presidente, con su inmenso respaldo popular, fue definitivamente derrotado en la Reforma de la Salud, una de sus principales aspiraciones; la cual representaba además la satisfacción de una necesidad perentoria de los estratos medios y bajos del pueblo norteamericano.
 
Pues bien, como para mí está claro que la geopolítica del Imperio no la define Obama, sino las super-transnacionales., entonces son éstas, detentadoras del mayor poder acumulado en toda la Historia del Mundo, las que sostienen a los golpistas hondureños con la intermediación técnica y logística de sus vicarios dentro y fuera del aparato estatal norteamericano (¿Pentágono, CIA, Israel, Perú, Colombia, ...?)..
 
En consecencia, podemos ahora estar seguros de que en ese contexto Micheletti no tiene nada que temer: desde el tiempo en que el golpe era un mero proyecto, él y su camarilla están siendo guiados, asistidos, reconfortados, abastecidos por una fuerza más poderosa que la que pueda representar Obama en su punto más alto de poder. or eso pueden ser tranquilamente descalificados Obama, la ONU, la OEA, la Unión Europea y, si fuera del caso, también Rusia y China. ¿Qué son todos esos frente al gran Micheletti, que no es ya el traidorzuelo arribista del tinglado político hondureño, sino nada menos que el portaestandarte del Imperio en la Región?
 
Pero hay algo, o más bien 'alguien', que no parece haber sido considerado en los cálculos golpistas de tan consumados expertos: el pueblo hondureño. Educados en el desprecio de sus pueblos, los miembros de las oligarquías latinoamericanas se acostumbraron a calcular sus movimientos considerando únicamente las variables del aparato gubernamental, el ejército y la oligarquía misma. Pero los pueblos latinoamericanos han empezado a levantar sus voces y sus puños en muchos países de la Región; y ahora tienen el poder y, todavía mejor, tienen la conciencia de su poder. Pues bien, así como el Pentágono y la CIA y toda la potencia de las transnacionales no pudieron detener la marcha hacia el poder de los pueblos boliviano, argentino, brasileño, paraguayo, venezolano, uruguayo, ecuatoriano, salvadoreño, etc., tampoco podrán a la larga detener el avance y la expansión del movimiento popular hondureño, que es cada día más fuerte; y ya no quiere sólo el regreso de Zelaya, sino la Asamblea Nacional Constituyente, anunciadora de que otro mundo es posible.
 

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