LA SENDA DEL DESARROLLO HUMANO

 

 

Augusto Serrano López

 

                Por eso conviene seguir lo que es general 

                                                                    a todos,  es decir, lo común; pues  lo

general a todos es lo común. Pero aun

                                                                  siendo el logos general a todos, los

                                                            más viven como si tuvieran una

                                                          inteligencia propia particular.

                                                                                    (Heráclito)

 

 

 

1. “Ser o no ser, esa es la cuestión” dice Hamlet.

Y yo digo desde nuestra lengua española que permite esta diferencia: “Estar o no estar, esa es la cuestión”, de donde el ser de un país o de una persona no es algo independiente, sino que lo vamos a hacer depender de “donde está” en el más amplio sentido del término.

Estar o no estar, esa es la cuestión. Lo que seamos, dependerá de dónde estemos y de cómo estemos en el conjunto de la sociedad. Por eso, el concepto de participación ciudadana se convierte en clave para este propósito (*).

         Queremos llegar a precisar qué es Desarrollo como Desarrollo Humano y no como desarrollo económico ni como crecimiento económico ni como progreso técnico y hacerlo de tal forma que resulte razonablemente sostenible (o sustentable, si se quiere), esto es, que como proyecto humano no arriesgue la supervivencia de la humanidad ni la de la Tierra como habitat único de la especie humana. Con otras palabras: dado que las proyecciones humanas llevan consigo altos grados de complejidad e incertidumbre, proyectar algo para el futuro y desear que sea sostenible no es cosa de dejar en marcha una máquina de movimiento perpetuo, sino algo que habrá de estar en continuo y prudente seguimiento para que sepa responder a los cambios. Por eso, cuando se dice de un proyecto aislado que es sostenible, como si eso fuese posible sin la sostenibilidad de la red de relaciones que lo constituye, se le está poniendo gratuitamente el adjetivo de sostenible. Nada es posible sino como posible junto a otros posibles, esto es, que ha de ser composible (Leibniz dixit).

         No es tarea sencilla lo que nos proponemos, pero, en todo caso, para lograr el discernimiento de lo que es y no es Desarrollo Humano, cuánto más su oportuna gestión, se necesita  partir de algunos supuestos novedosos:

–necesitamos un nuevo concepto de sujeto, de sujeto ciudadano       para poder   comprender lo que es estar y lo que es ser. Hemos de  hablar del sujeto no como   entidad asegurada, sustantiva (¿con su carné de  identidad?) a la que le sobrevienen los cambios como algo   externo, sino del sujeto como la integral de todas sus relaciones;

–necesitamos otra idea de Estado para llegar a entender que no conocemos ninguna conformación política más eficiente, más justa y más transparente que el Estado Democrático de Derecho, mientras no lo gobierne una banda de ladrones que lo expolien y saqueen primero, y lo desarticulen y  desacrediten después;

-necesitamos una nueva concepción de lo que es el Espacio Público como red de relaciones conformadoras del ámbito común, el único espacio capaz de generar simetría social y justicia, el espacio donde estar para ser ciudadano de pleno derecho, pues, depende de la naturaleza de ese espacio generado y del modo en el que estemos en él, para decidir nuestro ser como ser social en pleno derecho. La vida en general y la vida ciudadana en particular antes que cantidad es cualidad y es siempre relación;

El espacio, todo espacio es ante todo RELACIÓN.

La vieja idea de espacio como receptáculo previo a las cosas que lo llenan con su presencia, esa idea de “espacio absoluto” que campea por la Mecánica newtoniana, pasó a mejor vida con la Teoría de la Relatividad. Era la vieja idea de espacio que se podía concebir vacío, como un receptáculo previo incluso a la aparición del mundo físico. 

Leibniz, el primer gran relativista de la Modernidad, ya dejó claro en su polémica con Newton (a través de su discípulo Clarke) a inicios del siglo XVIII que el espacio absoluto era un constructo mental sin fundamento real alguno; que todo espacio real es relativo a las cosas y relaciones que lo generan. Por ello, define el espacio como “el orden de las cosas que son (existen) a la vez” y como “puramente relativo..; un orden de coexistencias..., porque el espacio señala en términos de posibilidad un orden de las cosas que existen al mismo tiempo, en tanto existen entrelazadas” (Tercera carta a Clarke (1716); G.phil.VII,pág. 363 y Init. rerum mathemat. (1714); G.Math. VII, pág. 18).

Leibniz está hablando del espacio como espacio físico. Todos los demás “espacios” lo son por analogía, pero esa analogía será procedente y certera en la medida en que no se desdibuje esta primaria definición de espacio cuya nota central es la relacionalidad como coexistencia de las cosas entre sí.

La ciudad (entiéndase el Estado) es ante todo RELACIÓN.

Pero la ciudad es relación multidimensional, porque es espacio físico, es espacio ecológico, es espacio político, es espacio vecinal, es espacio cultural, es espacio histórico, es espacio ético, es espacio estético, es espacio competitivo, es espacio de negociación y concertación, es espacio de comunicación, es espacio creativo, es espacio de representaciones e ideas, es espacio económico, es espacio de inmigración, es espacio habitacional, es espacio recreativo, es espacio educacional, es espacio bacteriano, es espacio monumental, es espacio administrativo, es espacio de memoria colectiva, es espacio de costumbres, es espacio de posibilidades y será espacio integrador de todos estos y otros espacios “vivos”, dinámicos, complejos, conflictivos en la medida en que esa integración redunde en la generación del ciudadano, en la generación de ciudadanía, esto es, en la generación de simetría humana, igualdad de posibilidades para todos y cada uno de sus integrantes, en fin, en la generación de justicia. Sólo en esa medida es ciudad y no simple hacinamiento de gentes, barrios, calles y casas.

La ciudad se genera por acercamiento de personas diferentes, que proceden de lugares diferentes, de culturas diferentes que son absorbidas en el espacio común que se va generando por avecinamiento y proceso de igualación: es el espacio, el ámbito que se genera porque, sobre esas diferencias, surgen las dimensiones y relaciones de la igualdad, de la simetría y de la justicia: es el llamado BIEN COMÚN que no hay que confundir con el “interés general”, término éste con el que las clases dominantes tratan de sustituir el bien común, generalizando sus propios y particulares intereses.

La ciudad, pues,  como espacio y relación de justicia.

–necesitamos, como se ve,  pensar este tema del Desarrollo Humano no desde la categoría de sustancia en busca de un piso firme y duradero, sino desde la categoría de relación, en el entendido de que es la red de relaciones en que está cada tema la que nos puede dar cuenta y razón de lo que sucede. Ha sido tradicionalmente la categoría de sustancia (de esencia) la que se ha privilegiado como meta de la búsqueda científica en la convicción de que la realidad, la verdad, se mostraría allí donde lo sustancial se encontrara. Y ha sido para las ciencias modernas  la cantidad la puerta de entrada para dar cuenta y razón de lo esencial, de lo sustancial, de la ley que preside y gobierna ocultamente los procesos reales. Se pensaba lograr tal propósito mediante el análisis que tritura y desmembra hasta dar con lo simple, lo idéntico a sí mismo, lo principal. Pero no es por ahí por donde encontrar la razón de ser de las cosas, razón que siempre viene enmarañada en la red de relaciones que no son mero adorno, sino red constituyente que, por cierto, viene acompañada por la cantidad y por la cualidad, ambas subsumidas en la categoría de relación.

–necesitamos una nueva Epistemología que, cual Crítica de la Razón Científica, despeje a las ciencias de algunas de sus rutinas y paradigmas “normales” e intenten entender el mundo desde ideas transversales como la contingencia, la relatividad, la limitación, la complejidad y la composibilidad. Ideas transversales que constituyen la plataforma ontológica desde la que articular científicamente nuestro saber del mundo porque, precisamente debido a los avances científicos de la época moderna, nos permite ver la realidad en la que nos movemos como limitada en posibilidades y recursos, como contingente, esto es, como realidad con alternativas, como relativa, esto es, como red de relaciones donde todo repercute en todo, como compleja donde se da lo emergente y como composible, porque nada es posible si no lo es junto a otros posibles.

Con esta “red teórica de arrastre”, quizás seamos capaces de descubrir esa senda del Desarrollo Humano que, contra viento y marea, se ha venido diseñando a través de los milenios de andadura humana, para comprender sus condicionamientos, potencialidades y emergencias desde las que idear formas concretas e inteligentes de convivencia humana y de convivencia con la madre Tierra. En ese encuentro es donde podremos diseñar también  posibles formas de sostenibilidad.

Pero ha de tenerse en cuenta que la nota de la sostenibilidad en un mundo que damos por limitado y finito, cambiante material y socialmente, en el que debido a su complejidad se producen emergencias no previstas y en el que no hay modo de aislar totalmente de repercusiones ningún proyecto humano, no puede significar sino la proyección que se hace con inteligencia y prudencia para conseguir disminuir (¡que no totalmente eliminar!) el grado de entropía a que todo proceso real está sometido.

 

2. ¿Cómo y por dónde discurre esta senda del Desarrollo Humano? ¿Qué la identifica, dónde comienza y hacia dónde nos puede llevar?

         Puesto que del ser humano se trata, se podría pensar en la oportunidad de recorrer toda su evolución. Pero no tiene sentido comenzar el itinerario recorriendo las sabanas de África, cuna de la humanidad, e ir señalando hitos y jalones desde el homo erectus al homo hábilis y al homo sapiens, porque de la misma manera podríamos asegurar que ni siquiera ahí comenzó la andadura humana pues antes estuvo el homo antecessor y hubo primates y formas de vida primitivas y así, si se quiere, ¿hacia atrás hasta el Big Bang?

         Hemos de comenzar por algún rasgo que tenga la profundidad y la densidad humana y social capaz de permitir trazar una larga línea a través de los milenios provista del sentido no arbitrario de lo que es “desarrollo humano” y lo que no lo es.

         Pero hemos de comenzar por lo más adelantado de nuestro tiempo y no por el pasado, porque asumimos que la clave del presente no está en el pasado, sino al revés, es el presente el que tiene la clave del pasado. Y el presente nos ha revelado posibilidades que permiten tender la vista hacia atrás para buscar el inicio de la senda que buscamos y su trayectoria.

Me llamó la atención el modo como Gordon Childe en aquella memorable obra Los orígenes de la civilización se hunde en los albores de la historia para tratar de encontrarle un sentido a la andadura humana. Queriendo dar cuenta y razón de lo que es el progreso, Gordon Childe, más allá de los diferentes pareceres que sobre la idea de progreso existen, sugiere observar detenidamente “lo que ha ocurrido realmente, es decir, el contenido de la historia” (1) y pide que, además de una perspectiva certera, se tomen períodos históricos suficientemente largos.

Para su análisis y no sin ciertos ecos de darwinismo en la medida en la que el progreso se fija ante todo en lo técnico- “la pauta biológica que hemos adoptado”- (2), sugiere tomar por progreso  todo cambio que signifique un aumento de complejidad. Así, el hacha de piedra “no implica especialización del trabajo, ni comercio fuera del grupo. El hacha de bronce que la sustituye, no solamente es un utensilio superior, sino también  presupone una estructura económica y social más compleja...Es un trabajo que deben ejecutar especialistas, y éstos necesitan contar para la satisfacción de sus necesidades elementales, como es la de alimentarse, de un excedente producido por otros especialistas” ( 3).

Acaban de aparecer dos conceptos fundamentales: el del aumento de complejidad por la división social del trabajo y el de excedente alimentario. Dejemos éste último para más tarde y concentrémonos en el tema del aumento de la complejidad como indicador de progreso.

El mismo Childe, para ilustrar esta idea del aumento de la complejidad a medida que la historia humana se despliega en el tiempo, toma como ejemplo las excavaciones realizadas en la ciudad de Warka, la Erech de la Biblia, y se sumerge en un pozo excavado por arqueólogos hasta más de dieciocho metros para dar por fin con los restos de un suelo trenzado de juncos como soporte del más antiguo habitat humano de esta región-“los remotos comienzos de la vida humana en el sur de Mesopotamia”- (4) lugar desde el que, a medida que se sube por la pared del pozo, se van encontrando restos de las ciudades que se fueron construyendo una encima de las ruinas  de la otra y cada una más compleja que la otra. De alguna de ellas podría afirmarse por la complejidad de sus residuos (cerámica, metalurgia, etc.) que ya no pudo haberse construido sin la mediación de un modo de reproducción que generara un excedente.

Childe le sigue la pista al progreso humano. Yo pretendo seguirle la pista al desarrollo humano que, como veremos, lo entiendo como una dimensión diferente del  proceso histórico, por mucho que ambos conceptos puedan encontrarse de vez en cuando. Childe entiende el aumento de progreso como aumento de la complejidad de las formas de la vida humana y sitúa al inicio de este despliegue entre 5000 y 3000 a. C., destacando inventos revolucionarios como “ el riego artificial utilizando canales y presas; el arado; los aparejos para emplear la fuerza motriz animal; el barco de vela; los vehículos con ruedas; la agricultura hortense; la fermentación; la producción y el uso del cobre; el ladrillo, el arco; la vidriería, el sello...el calendario solar, la escritura, la notación numérica y el bronce” (5) que facilitaron la vida humana y  permitieron el nacimiento de las ciudades.

 Yo también asumiré la complejidad como un aspecto determinante del aumento de desarrollo humano, pero trataré de ir más allá de la generación de excedente como inicio de esa complejidad que permite, por cierto, explicar el inicio de la civilización propiamente dicha al posibilitar el nacimiento de “la ciudad”, esto es,  el inicio de la relación de ciudadanía propiamente dicha cuyas determinaciones  veremos más adelante,  pues quiero seguirle la pista  a un aspecto que, si bien cuenta con la existencia de un excedente alimentario, significa más bien un excedente social que va más allá del excedente alimentario (por supuesto necesario) y que supone también un excedente de conocimiento, un excedente de dominio sobre los determinismos, un excedente de convivencia entre los seres humanos, un excedente de convivencia consciente de los seres humanos con la naturaleza, un excedente de seguridad, un excedente de esperanza en el futuro, etc., momentos que en su conjunto trataremos de subsumir bajo el concepto de “superación creciente  de la inmediatez”.

Veamos esto detenidamente.

 

         3. En los Grundrisse realiza Marx un análisis de la tendencia del capitalismo y predice lo que ya hoy estamos viviendo. Cuando la sociedad como un todo logre la “creación de mucho tiempo disponible, al margen del tiempo necesario para la sociedad en general y para cada miembro de la misma...entonces ya no es en modo alguno el tiempo de trabajo, sino el tiempo disponible la medida de la riqueza.  El tiempo de trabajo como medida de la riqueza fundamenta la riqueza sobre la pobreza y pone al tiempo disponible  como tiempo que existe en y a través de la antítesis con el tiempo de plus-trabajo, o lo que es igual, supone la posición de todo el tiempo de un individuo como tiempo de trabajo y como degradación de este individuo a mero trabajador, subsumido bajo el trabajo...Una nación (dice Marx citanto a The Source an Remedy) es realmente rica,  cuando en lugar de trabajar 12 horas, trabaja 6. Riqueza no es poder de disposición sobre el tiempo de plustrabajo, sino tiempo disponible al margen del necesitado para la producción inmediata, para cada individuo y para toda la sociedad...Depende, por lo tanto,  del grado de productividad alcanzado el que una parte del tiempo de producción  sea suficiente para la producción inmediata y el que una parte cada vez mayor sea utilizada para la producción de medios de producción. Esto supone que la sociedad puede esperar" (subrayado nuestro) (6).            

                         Los informes anuales de la producción mundial que vienen de la FAO, del Banco Mundial y de otras instituciones nos señalan que ya se están produciendo en el mundo los medios de vida necesarios para los siete mil millones de seres humanos y estudios como los de F. Fröbel, J. Heinrichs y  O. Kreye: La nueva División Internacional del Trabajo certificaban esta misma situación hace 35 años al constatar que ya se dan las tres condiciones para tal situación: a) "La formación de una reserva mundial de fuerza de trabajo potencial; b) el "Desarrollo y refinamiento de la tecnología y de la organización del trabajo, que permite descomponer los procesos de producción complejos en unidades elementales hasta el punto de que incluso una fuerza de trabajo no cualificada puede ser adaptada sin dificultades y en un corto período de tiempo para realizar las tareas fragmentadas y c)        "El desarrollo de una tecnología que permite que la elección de emplazamientos para la producción industrial, y su dirección, dependan cada vez menos de las distancias geográficas.  A esta tecnología pertenecen los modernos sistemas  de transporte…los sistemas de telecomunicaciones, los sistemas de procesamiento de datos y otros medios de organización de la producción...Con ello, el mundo entero, al haberse diluido las fronteras para el capital en el espacio y en el tiempo, puede considerarse un "gran taller"..."Nuestra tesis central es que este conjunto de nuevas condiciones para la valorización y acumulación del capital empezó a ser decisivo por vez primera en los años sesenta de este siglo... [Se] ha creado un mercado mundial de fuerza de trabajo y un mercado mundial de centros de producción que, por primera vez, abarcan igualmente a los países industrializados tradicionales y a los países subdesarrollados” ( 7).

          Para entender esto no hay que quedarse en lo que se está haciendo, en cómo se está haciendo y cómo se distribuye hoy, porque entonces “lo que pasa” (que es en lo que se atranca quien no quiere seguir en la teoría) nos ocultaría lo que ha aparecido: ha surgido un poder, un ámbito, un potencial, una esfera nueva, inédita que por razones aún difíciles de comprender, no parece haber llegado a la conciencia de las gentes y quizás por ello no la estamos reclamando. Es tan nuestra, tan de toda la especie humana como lo es el que hayamos perdido el rabo o que nos haya crecido el cerebro.

Si ahora podemos ver lo que significa haber creado, generado como subproducto y sin proponérselo el tiempo disponible si consideramos la humanidad como un todo y sabemos que ese tiempo es riqueza social que consiste  en haber logrado superar la inmediatez porque la sociedad puede esperar, que, además,  nadie en particular puede reclamar como propio al ser nada menos que resultado de la acción humana milenaria y universal, porque ahí han cooperado de mil diferentes maneras todos los pueblos de la Tierra razón por la que debería en justicia ser compartida por todos; si de esta manera lo entendemos, entonces cabe hacer dos preguntas: una para hoy, ¿qué está sucediendo con esa dimensión nueva del tiempo disponible?; otra para conocer su origen, ¿cómo y cuándo pudo iniciarse esta senda de superación de la inmediatez y qué nuevas relaciones  se produjeron en aquellos momentos iniciales?

Se trata de algo específicamente humano, obra totalmente suya, creación suya y fruto de su trabajo: la creación del tiempo social disponible, dimensión que lo sitúa, siempre como real posibilidad, más allá de la simple satisfacción de las necesidades elementales; es, pues, un acto social trascendental que no puede explicarse sino como fruto de la aportación de las mil generaciones que, con la nuestra, han pasado por la Tierra. Trascendental, porque supone una “mutación” social. Ni siquiera esta generación actual podría creer que es exclusivamente obra suya, cuánto menos sólo de algunos. Es una herencia que pertenece también a las generaciones futuras de todos los pueblos y naciones que ya están ahí exigiendo sus derechos. Pero hay algo más: ese tiempo disponible es exponente de multitud de relaciones sociales sin las cuales no habría aparecido; no es sólo fruto del proceso productivo, sino de un potencial social (en ciencias, tecnologías materiales y tecnologías sociales, relaciones sociales de todo tipo, regulaciones y legislaciones laborales, formas políticas, modos de trabajar y descansar, de comunicarse, etc.) para el que la humanidad ha tenido que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX.

         Esta es la razón por la que hemos querido señalar, como detonante, aquel momento en el que el ser humano, en cooperación, comenzó hace milenios a superar la inmediatez de sus condiciones de existencia y  supervivencia. Y esta es la razón por la que estamos ahora exhibiendo los logros de esta humanidad que, aun sin proponérselo, está generando en nuestros días dimensiones, “excedentes”, relaciones sociales y ámbitos impensables al inicio de la andadura humana como éste del tiempo disponible.

 

4. Este modo de superar la inmediatez  no ha surgido con independencia de la creación de la ciudad como ámbito en el que, mediante la división social del trabajo y las diversas relaciones que ello conlleva,  el ser social ha podido, por así decir, hacerle frente al curso natural del tiempo.

Hoy sabemos que todo en este mundo tiende al desorden entrópico, pero que hay procesos que, temporalmente, discurren en sentido contrario. N. Wiener les ha llamado “islas de entropía negativa” (8) y se pueden apreciar, ante todo, en los procesos vitales: la vida en general dispone de recursos para luchar contra la tendencia entrópica; constituye, pues, un sistema que se retroalimenta tomando energía de su medio vital para detener o, al menos, retrasar la tendencia hacia el desorden y la muerte térmica. Debe de ser esto la expresión de la ley de conservación que cada sistema vivo lleva consigo.

Tal propiedad vital se puede observar en todo ser viviente, por primitivo y “simple” que sea. También, por supuesto, en el ser humano, pero con una diferencia específica, propia de la especie homo y, más aún, de la especie homo sapiens: a esta propiedad de todo ser viviente, el ser humano ha logrado añadirle una forma de sobrenaturaleza que, sin invalidar la tendencia entrópica general, potencia notablemente aquel rasgo natural originario y lo sitúa en un nivel excepcional: es la forma de la polis, la sociedad política generada por la división social del trabajo la que le permite al ser humano generar “islas extraordinarias de negentropía” y darse a sí mismo espacios y tiempos nuevos en los que “acunar” su vida.

Mediante esta propiedad de retroalimentación, los seres vivientes se permiten superar la inmediatez energética, pero el ser humano, al generar esa segunda naturaleza política (“la ciudad” en su sentido total que va mucho más allá de sus calles, edificios y plazas) que es la que le da un potencial superior de retroalimentación y persistencia contra la entropía, se encuentra con una naturaleza cuya retroalimentación no sólo es energética, sino que ha de cubrir y satisfacer muchas otras demandas y relaciones para mantenerse y aún para ir más allá.

La “ciudad” como entidad material y social generadora de instancias y de relaciones suprapersonales permite, hasta cierto punto, superar las inmediateces propias que, obviamente, van mucho más allá de las alimentarias y de sus exigencias. Por eso el desarrollo no ha de verse sólo desde la perspectiva del estómago: como trataremos de mostrar, el desarrollo humano sostenible no es cosa de mínimos, sino de superación creciente de lo mínimo.

 Para poder apreciar lo que la creación de la ciudad como superación comporta, no bastaría con señalar la diferencia que existe entre la caverna y la vivienda en la ciudad, porque siempre aparecerá quien señale que una caverna puede ser más acogedora que una chabola en un suburbio de Calcuta. La teoría no puede andarse por estas barriadas de ocurrencias y, si quiere iluminar algún camino, debe proceder de otra manera.

                   Siguiendo metodológicamente los pasos de la razón utópica como razón negativa, vamos a hablar ahora de la ciudad ideal, del ámbito ideal generador de ciudadanía, del Estado ideal que, por el momento se nos presenta como el Estado de Bienestar ideal. Y, al hablar aquí de ciudad estamos hablando de la red de relaciones humanas, relaciones ciudadanas que se generan y despliegan en ese “lugar”.

Pero todo modelo, si quiere serlo de verdad, tiene que trascender toda facticidad, esto es, debe llevar al límite de lo pensable el asunto de que se trate. No tiene más remedio que partir de la realidad, so pena de no llegar a modelo, sino a desvarío de la razón, pero debe superar esa misma realidad y pensarla en el límite, en el no-va-más para que surja el modelo. Pero el modelo, que es reflejo negativo de la realidad y por eso mismo algo que surge de la realidad, no pretende describir realidad alguna y no es por ello asumible como meta de una futura etapa humana. Su finalidad es otra: es servir de guía, de faro para iluminar posibles, probables y aún factibles procesos humanos. La Ley de Inercia, por ejemplo, es el modelo de todo movimiento inercial, pero no es la descripción de situación real alguna. Se logra negando del movimiento todo aquello que realmente pasa cuando algo se mueve y llegando a hablarnos de un movimiento que ya no discurre por algún espacio real de este mundo, sino “por la Geometría” (9).

         Se trata, por tanto, no de postular una utopía como meta, sino de construir el modelo de sociedad civilizada ideal que nos sirva de faro para, desde él, otear posibilidades reales y, ante todo, para desde él, poder discernir los momentos iniciales de lo que aquí llamamos “superación de la inmediatez” como inicio de la “senda del desarrollo humano”.

         Pues bien, parece ser que en todo modelo de ciudad ideal (y los ha habido notables a través de los tiempos), tanto si se mira desde el punto de vista social como si se hace desde el punto de vista material reaparece casi como norma la idea de simetría y de igualdad. Las muchas formas en las que a través de los siglos se ha ideado, se ha pintado y se ha tratado de construir la ciudad ideal resaltan esta cualidad que parece que no debe faltar en el modelo: la simetría.

         Se ha recurrido siempre a Hipodamo y Vitruvio para mostrar lo que sería el modelo geométrico de la ciudad ideal. Estructura pensada como el damero del ajedrez por el que, cual las piezas del “juego científico”, los ciudadanos se mueven armoniosamente y van generando las virtudes ciudadanas que tanto se anhelan. Pero de diferentes maneras otras culturas también han ideado su ciudad perfecta donde la “ciudad” era siempre más, mucho más, que el conjunto material de sus casas y avenidas, porque de lo que se trata es de ordenar de tal modo las relaciones sociales en su totalidad ( la división social del trabajo que incluye la relación entre la ciudad y el campo: la ciudad que pronto subordina al campo y predetermina su suerte) que el conjunto resulte óptimo para la convivencia; convivencia que, a la postre, vendrá a ser la senda óptima para la supervivencia.

         En todos estos modelos de ciudad ideal se privilegia lo público y común a todos (la plaza, el cabildo, etc.) y se piensa lo privado simétricamente, esto es, en plan de igualdad. Es la idea de ciudad donde no caben ni el gueto ni el extrarradio ni el suburbio ni el barrio residencial, porque cada uno de estos ámbitos, en lugar de constituir ciudad y ciudadanía, la destruyen.

La ciudad ideal.

¿Por qué se pensaba que la construcción de la ciudad more geometrico sería lo mejor que podría hacerse? ¿Acaso la estructura matemática es garantía de ponderación, de igualdad, de justicia, de buen entendimiento y de paz? Las ciudades construidas a cordón y regla son ámbitos abiertos y extensibles ad infinitum. Sólo se privilegian los ámbitos públicos; todos los demás son homogéneos, iguales, cuadrícula o damero que tiene a todos los cuadros (las cuadras, las manzanas) por igual. La ciudad pensada como convivencia, como ámbito generador de vecindad y ciudadanía.

En el límite, la ciudad, el Estado pensado aquí idealmente, es el ámbito político del desarrollo humano en el que se privilegia lo común sobre lo privado, pero sin negar lo privado que cobra valor social en la medida en que esté satisfecho lo común: en el que la división social del trabajo distribuye tareas para satisfacer las necesidades y en el que la riqueza natural y la producida se distribuye y se disfruta hasta no dejar a nadie excluido de lo fundamental y de las posibilidades de desplegar su individual potencial. Ámbito que genera seguridad frente a la enfermedad, la vejez y a la delincuencia, acceso al conocimiento, participación en la decisión del curso de la sociedad y espera y esperanza ante el futuro. Formas todas ellas que se cimentan sobre la simetría y la igualdad y no sobre el poder (10). “Lo común es todo aquello que los Gobiernos al servicio del  Banco mundial...están privatizando: desde nuestros códigos genéticos hasta el agua que cae cuando llueve” (11).

Es desde aquí: desde una atalaya ideal como ésta, desde dónde cabe ponderar dónde realmente estamos ahora y, ante todo, cuáles de estos rasgos comienzan a vislumbrarse en el nacimiento de las ciudades de hace más de cinco mil años, rasgos que anteriormente no los había. Constatando estos rasgos podremos diseñar la senda del desarrollo humano a través de los siglos y tendremos así un concepto de desarrollo humano no caprichoso.

 

         5. Vamos a entender, entonces,  la superación de la inmediatez como la fase en la que el ser humano deja de depender exclusivamente de los ciclos naturales y de lo que sin su mediación le ofrece la naturaleza y pasa a producir y reproducir sus condiciones de existencia mediante una coordinación de la división social del trabajo que genera los bienes materiales y culturales y que puede llegar a producir tiempo disponible más allá del tiempo necesario dedicado a la producción. Fase de la evolución humana que supone una ruptura y un salto cualitativo en tanto, por una nueva forma de  cooperación, se logra producir los medios para la vida y la supervivencia sin tener que dedicar el cien por ciento del tiempo para tal propósito. Por pequeñas que fueran en sus inicios, aparecen ya como subproductos de esta nueva forma de organización de la vida social la espera y aún la esperanza, marcando así un horizonte hacia el futuro que comienza a dar orientación a la existencia.

                   La superación de la inmediatez así entendida como momento detonante permite vislumbrar, idear, intuir, sugerir lo que esa superación puede llegar a dar de sí en tanto logremos destacar las notas específicamente humanas que concurren en ese momento que, por cierto, en aquellos momentos de la antigüedad  sólo podían estar despertando, aún sólo insinuadas y como en potencia.

         No creo que se hayan valorado debidamente las profundas intuiciones que tanto Platón como Aristóteles tuvieron acerca de estos momentos constituyentes de lo específicamente humano. Sabemos que ellos recogen y articulan teóricamente ideas y experiencias dispersas de su tiempo (de Egipto y Mesopotamia, de la India y de Persia), muchas de ellas salidas del mito, pero logran dotarles de una coherencia extraordinaria; y sabemos que cuando Platón y Aristóteles hablan de “justicia” la entienden como justicia entre iguales en un mundo, el suyo, que estaba muy lejos de considerar a todos los seres humanos como iguales.

 Aristóteles define al ser humano como zoon politikon, como animal político: esa es su diferencia específica. Nada de simple homo sapiens, no. Es más, mucho más que eso. Antes, su maestro Platón, ha centrado esta diferencia en lo que significa construir la ciudad (la polis, la ciudad-estado) y, ante todo, en la forma específica de la construcción de la ciudad. El uno nos dice que iniciamos la aventura propiamente humana haciendo política, haciendo vida ciudadana, generando inéditas relaciones de ciudadanía; el otro avisa de algo en lo que tampoco parece que nos hemos parado a pensar: que ese inicio no es de verdad inicio humano diferenciador, si no está en su base la justicia: que no hay relaciones de ciudadanía propiamente dichas, de las de verdad, si no las adorna y fundamenta la justicia:

-el mito de orígenes a que recurre Platón en el Protágoras para ilustrar lo que es la política resalta como nota decisiva  la generación del ámbito de lo que es común a todos. Y así pregunta el mito: “¿Hay alguna cosa en la que todos los ciudadanos deban necesariamente tener parte, para que sea posible la existencia de una ciudad o no?…No en el arte del carpintero, del fundidor o del alfarero, sino la justicia”(12), esto es, todos los ciudadanos han de tener parte igual en la relación de justicia, la relación de simetría e igualdad como momentos básicos, constituyentes de una sociedad política y, por si quedara duda de que se trate o no de una participación igual, “Hermes preguntó a Zeus si la política y la justicia debería distribuirlas de forma diferenciada como las demás artes, pero Zeus le contestó que no, sino que había que distribuirlas “entre todos, que cada uno tenga su parte en estas virtudes, ya que, si sólo las tuvieran algunos, las ciudades no podrían subsistir” (13).

Está claro que, cuando los griegos del período clásico hablaban de ciudades estaban hablando del Estado, de la polis, del ámbito de la política.

Como en otro lugar hemos señalado, las notas mínimas fundamentales de las relaciones de ciudadanía son:

 “-La existencia del ámbito común, de lo público, de lo que es de todos; la generación de lo que es común, esto es, el triple ámbito político: el del oikós (lo privado), el del agorá (lo privado/público) y el de la ecclesía (lo público);

-La superación de la inmediatez por medio de la división social del trabajo que hace posible la generación del excedente y la esperanza en el futuro. Es la dimensión más significativa de lo que es la relación política y de lo que, llevada a su esplendor, puede dar de sí. Porque, superada la inmediatez para la reproducción de las condiciones de vida de las gentes, esa relación constituyente de ciudadanía será la que pueda dar lugar a la generación del tiempo disponible, más allá de la esfera de la producción (tiempo para la educación, la salud, la recreación, etc.).

-La aparición del conflicto creativo debido a las relaciones dinámicas entre iguales pero con diferentes preferencias; la vida en composibilidad, esto es, la generación de las relaciones de acuerdo y conflicto (véase más abajo);

-La mediación en los conflictos mediante la discusión, el diálogo, la argumentación, el apego a las reglas del juego y el consenso de las mayorías;

-La paideia para el conocimiento y el reconocimiento de las reglas del juego democrático y para la transmisión de la cultura cual forma social de respuesta a los retos sociales y naturales” (14).

         La superación de la inmediatez no es posible sin estas relaciones de cooperación y, para ser más explícitos, no lo es sin la coordinación de la división social del trabajo. Tampoco lo es sin establecer nuevas y originales relaciones con la Tierra que supondrán la transformación del ser humano y la de la Tierra: una nueva forma de metabolismo al producir y reproducir los medios de vida. Ambos momentos han de estar presentes y, por más señas, han de ir coordinados y ser composibles, porque el uno depende del otro. De modo que, ya en su inicio, cabe destacar lo nuevo y trascendente:

- seres humanos relacionados entre sí en cooperación para producir sus medios de vida y sus condiciones de existencia  a fin de generar seguridad (como expresión de la ley de conservación de la especie humana) y esperanza en el futuro (como horizonte de sentido que sitúa lo mejor en el futuro);

- y nuevas relaciones de esos mismos seres humanos con su medio natural vital en tanto van a dirigir y aprovechar los procesos naturales para producir no lo que la naturaleza espontáneamente va dando, sino lo que ellos necesitan y cuando ellos lo necesitan. Aspectos que permiten ir  diferenciando el desarrollo humano del simple progreso técnico-material.

Podemos, entonces, situar el inicio de esta superación de la inmediatez en los mismos momentos en los que Childe sitúa el inicio revolucionario del progreso humano, allá entre los años 5000 y 3000 a. C. en tanto, junto a la generación del excedente alimentario, comienzan a generarse también relaciones políticas propiamente dichas, esto es, relaciones que sólo se pueden dar en la Polis cual estructura novedosa que supone, entre otras cosas, la superación de las relaciones de parentesco como relaciones determinantes, y la generación de nuevas relaciones sociales, si se quiere aún balbuceantes y como en sus umbrales, pero que permiten otear posibilidades en su desarrollo posterior.

De ahí que los viejos griegos pudieran afirmar que una ciudad es más segura por sus leyes que por sus murallas.

Ya aquí puede vislumbrarse lo que puede suceder si estas nuevas formas de relación pasan más allá de ciertos umbrales.

         Desde  estos momentos cabe ahora destacar aspectos, dimensiones, cualidades, indicadores  que nos van a permitir trazar esa línea de horizonte, esa senda de lo que es desarrollo propiamente humano y lo que no lo es, lo que es crecimiento económico sin ser desarrollo y lo que es despliegue del potencial social  sin ser tampoco desarrollo humano por mucho que también sean obras de los seres humanos. Porque se pueden construir lugares como México o Calcuta y amontonar ahí a millones de personas, sin que el resultado sea una ciudad generadora de ciudadanía. Se puede aumentar exponencialmente la producción de alimentos sin que desaparezca el hambre. Se puede fabricar ingenios de potencia sorprendente sin que aumenten la seguridad ciudadana y la paz.

 

 

6. Si aquel que la Antropología nos señala hubiese sido el inicio de la senda del desarrollo humano, ¿hasta dónde podría llegar?

         La pregunta es de largo alcance y exige saber ponderar entre lo fáctico y lo posible: entre lo que se ha logrado ya en esta dimensión de la superación de la inmediatez y lo que podría lograrse aún.

         Pero queremos hablar de desarrollo humano y no de cualquier tipo de desarrollo. Desarrollo como despliegue del potencial específicamente humano: despliegue de aquellas formas y cualidades que diferencian al ser humano de las otras formas de vida y de reproducción de la vida. Cualidades  que la idea tradicional de progreso no contemplaba.

Todo este salto lo comienza a inventar la ciudad y viene a ser lo que es el ámbito común, el bien común. “Bien común”, porque es la integral de todos los bienes materiales y culturales producidos por una comunidad en plan de división social del trabajo. Es un ámbito producido, creado por la cooperación de las personas: es la verdadera riqueza social y, en tanto que integral de bienes, ese “Bien Común” es de todos y no hay forma de legitimar su apropiación por algunos con la exclusión de los demás. Por eso, cuando una sociedad produciendo alimento, produciendo vestido, produciendo techo, produciendo calzado, produciendo conocimiento, produciendo seguridad, produciendo educación, produciendo salud, etc., logra hacer todo ello en mínimos de tiempo y logra producir, además, tiempo disponible, se puede decir que la verdadera riqueza social es ese tiempo de respiro.  Por eso resulta un agravio la exclusión social y, aún más, por eso la garantía de la supervivencia, la verdadera sostenibilidad, radica en la composibilidad, esto es en la justicia. En un horizonte social con sentido de futuro aparece la justicia como norte, como faro que ilumina los pasos que en la senda del desarrollo se van dando.

Dígannos cuánta justicia hay en la distribución de la riqueza producida por una sociedad y podremos decir cuál es su grado de desarrollo humano. Desarrollo humano es ampliación del bien común en intensidad y en extensión: ampliación de su riqueza multidimensional y ampliación de su cobertura en la medida en que incluye a todos.

 

7. Desarrollo Humano es desarrollo de aquellas relaciones sociales que generan el BIEN COMÚN: es el ámbito plenamente humano y el natural praxeado y apropiado (prácticamente, teóricamente, estéticamente, etc.) por el ser humano a través de los milenios que, en gran parte, viene ya reconocido, recogido e institucionalizado en lo PÚBLICO (en Códigos, leyes, Constituciones y demás convenciones), pero que lo rebasa en la medida en que lo público aún no ha logrado apropiárselo en su totalidad.

Es un bien, en la medida en que, como muchos otros bienes materiales y espirituales, es un “valor de uso”, generado por el ser humano para  su provecho. Yo me atrevería a llamarlo la gran astucia que el ser humano viene desplegando para garantizar su supervivencia a través de la convivencia.

Es común, por ser real obra de todos, propiedad de todos por igual, posibilidad de todos por igual, lugar de encuentro con el otro como igual, ámbito generoso de participación simétrica, “plaza pública” de exhibición de la justicia social.

El bien común como integral de muchas dimensiones y relaciones que van desde las legislaciones y Constituciones a la educación y la salud públicas y desde los modos de cooperación a la socialización de la experiencia y del conocimiento.

Señalando sólo algunas dimensiones:

La Ley: desde el Código de Hammurabi a la Proclamación de los Derechos Humanos, el ser humano y a pesar de todos los altibajos (guerras, invasiones, genocidios, etc.) ha ido tratando de ordenar ámbitos de paz y concordia, legislaciones encaminadas a interiorizar el no matarás, a llevar a las conciencias de las gentes que la esclavitud es una infamia, a considerar al otro como igual y a tratarlo de acuerdo a ello, a elevar a la mujer al mismo nivel que el varón, a cuidar a los niños y desvalidos, a cuidar socialmente de los enfermos y de los ancianos, a renegar de la guerra como medio de solución a los conflictos, a cuidar la naturaleza, a erradicar la tortura, a cultivar el arte y el deporte para la salud mental y corporal.

En la medida en que se ha ido logrando generalizar este despliegue de las leyes, el ser humano se ha ido desarrollando: esto es generación del bien común, esto  es Desarrollo Humano.

El Estado: nace como ciudad-estado y, como tal, no es posible olvidarse de las calles y de las casas como ámbito físico, pero la ciudad-estado es mucho más que eso: es, en su totalidad, no sólo la integral de todos los particularismos, sino también la superación fáctica de los mismos. Con el tiempo, la ciudad-estado se convertirá en el Estado que subsume a las ciudades y al campo que las circunda, pero la estructura básica lo que hace es ampliarse, enriquecerse y renovarse.

En la medida en que privilegia, amplía y defiende sus determinaciones constitutivas y las enriquece, esto es generación del bien común, esto es Desarrollo Humano.

El Conocimiento: La ciudad es lugar de convergencia, plaza pública de contraste de ideas, pareceres, opiniones, saberes, prácticas, oficios, técnicas, relatos, historias, experiencias de dentro y de los forasteros que llegan a la ciudad para intercambiar. Ni la Filosofía ni las ciencias habrían nacido sin el ámbito previo que la ciudad genera. Es en la ciudad donde lo disperso puede encontrar unidad y reunión: en la vieja forma de “Elementos” (15): los “Elementos” de Euclides  o la Lógica aristotélica del Silogismo de los “Primeros y Segundos Analíticos” como convergencia disciplinar de los múltiples saberes  venidos de Egipto, de Mesopotamia, de los caravaneros de la ruta de la seda desde India y China. La Medicina como convergencia de experiencias venidas de muchos pueblos,  la Astronomía, la Botánica, etc. impensables sin ese ámbito público que permite la comunicación, etc.

En este sentido, la ampliación y socialización progresiva  de saber, conocimiento y experiencia es generación y ampliación  del bien común, esto es  Desarrollo Humano

La Naturaleza: decir que los antiguos tenían una relación no depredadora con la naturaleza parece algo idílico difícilmente sostenible. En todo caso y dado el bajo conocimiento que de los determinismos naturales se tenía, amén del precario poder tecnológico de aquellas épocas, la intervención del ser humano sobre su medio natural podría considerarse  poco amenazante. La época moderna en su versión capitalista comenzó a romper barreras de intervención en la naturaleza dado el nuevo poder tecnológico (progreso) y el afán competitivo de la producción (crecimiento) hasta que a inicios de los setenta del siglo veinte  saltara a la vista que esta nueva relación era insostenible. De ahí ha comenzado a surgir la conciencia del límite y de los pasos que hay que dar para hacer sostenible nuestra acción y sus efectos: esto último es desarrollo Humano.

La Salud: Todos los pueblos de la Tierra han tenido y tienen unos conocimientos y unas prácticas encaminadas a conservar la salud o, al menos, a restaurarla cuando se ha deteriorado. No hace falta que todos hayan llegado a los niveles de los médicos de la isla de Cos en el Egeo, para que se pueda apreciar lo anterior. Pero, de nuevo, la época moderna ha desplegado un potencial extraordinario en conocimientos del cuerpo humano y de sus determinismos (a través de las ciencias) y ha inventado numerosos procedimientos técnicos (progreso) para intervenir en los procesos de la salud y de la enfermedad de tal manera que ha podido erradicar enfermedades  y plagas que habían acompañado a la humanidad desde que hay memoria histórica y aún memoria paleontológica. Pero han tenido los Estados que emitir seguros públicos de enfermedad, crear hospitales públicos y tomar medidas públicas de prevención para que esos conocimientos y esas tecnologías poderosas hayan llegado a cubrir a las mayorías de la población y eso es Desarrollo Humano.

La Educación: Desde siempre y de mil maneras el ser humano ha ido aprendiendo de sus mayores, del ambiente en que se movía y de la experiencia acumulada de generación en generación. Pero hay un momento en el que la transmisión de la cultura, del conocimiento y de la experiencia no se deja al azar y el Estado lo toma como cosa suya y genera ese ámbito de lo común y de lo público que se llama la Escuela Pública. Pues bien más allá de las mediaciones tecnológicas de todo tipo (que van desde la construcción de escuelas con características adecuadas al aprendizaje hasta los métodos didácticos considerados necesarios para lograr lo mejor, que es progreso), en la medida en que esa transmisión se garantiza para todos o para las mayorías de la población, eso es Desarrollo Humano.

La cooperación: No se debe confundir un plan de ayuda a damnificados con la cooperación al desarrollo humano. Lo uno es plan de emergencia para rescatar del hambre y de la miseria, del terror y de la desesperanza a personas en situaciones límite. El Desarrollo Humano no es cosa de mínimos, sino de superación creciente de lo mínimo y, por ello, cooperar con el Desarrollo Humano de las personas es generar formas y relaciones sociales que garanticen el acceso de esas personas al bien común, que es mucho más que darles de comer o de beber.

Y por si aún no quedara claro lo que vamos a entender por desarrollo humano, diremos que construir la tubería de policloruro de vinilo (pvc) para conducir el agua es progreso, producirla de acuerdo a los criterios de obsolescencia es buscar el crecimiento (16) de la producción y del consumo, pero traerla a las viviendas para tener acceso a este bien imprescindible en condiciones de igualdad, eso es desarrollo humano.

En ningún momento se dice aquí que crecimiento, progreso y desarrollo no puedan coincidir y, más aún, ser mutuamente coherentes y hasta mutuamente  potenciadores y habrá habido momentos y circunstancias históricas en las que este feliz acoplamiento haya tenido lugar. Pero sabemos que hoy no sólo no van de la mano, sino que sobre todo el crecimiento económico se ha desbocado y camina claramente contra el desarrollo humano sostenible y contra nuestra suerte  sobre la Tierra.

 

8. Aunque de entrada no lo parezca, esta senda y su derrotero la estamos reconstruyendo desde una matriz teórica que tiene a su base un conjunto de ideas transversales de nuevo cuño. La red conceptual desde la que caminamos por esta precisa senda determina en gran medida la senda misma. No decimos que la red desfigure la senda, pero está claro que lo que de la realidad recojamos dependerá de las mallas de la red con que tratamos de aprehender la realidad. Childe lanzó una red conceptual de mallas casi biológicas para atrapar la senda del progreso humano y por ello fue destacando aquellos aspectos que exhibían el creciente potencial de transformación del medio material y social, como si de una lucha por la existencia se tratara.

Nuestra red quiere pescar otras dimensiones y, por ello, concibe el mundo en el que tienen lugar los acontecimientos desde algunas ideas transversales diferentes. Aquí estamos aseverando que nuestro mundo, este ámbito que hemos construido en nuestra Tierra, sujeto, por tanto, a las posibilidades y a las constricciones que nuestra Tierra ofrece, es un mundo multirrelacionado (relativo), de posibilidades finitas (limitado), sometido a múltiples órdenes (determinado pero no fatal), donde puede emerger lo nuevo (complejo), abierto a los cambios (contingente) y en el que la existencia es siempre fruto de la coexistencia  de diferencias (composible), de ahí que la andadura humana haya de tener en cuenta estas características ontológicas, si lo que pretende no es simplemente vivir dejando su suerte en manos de la  Moira (el mercado), sino buscar el desarrollo sostenible, esto es, llegar a unas forma de reproducción de las condiciones de existencia que garanticen no sólo la supervivencia, sino la mejor forma de vida para todos los seres humanos. Es la línea que permite ver la senda que han seguido y siguen la igualdad, la simetría y, en fin, la justicia. Porque ni siquiera la existencia del tiempo disponible nos dice qué tan desarrollados humanamente somos. Para ello, debemos dar un paso más: llegar a saber  cuán justa o injustamente está siendo apropiado y distribuido ese tiempo. Es en la distribución justa del tiempo disponible (con todo lo que ello supone) donde se ve el grado de desarrollo alcanzado por una sociedad y no se olvide que decir “tiempo disponible” es tanto como decir que lo fundamental para la vida de todos y cada uno se ha superado (y satisfecho) con un mínimo de tiempo de trabajo.  Quizás por ello, Marx decía que el salto al reino de la libertad pasa por la reducción de la jornada de trabajo: “La libertad, en este terreno, sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente este su intercambio de materias con la naturaleza, lo pongan bajo su control común en vez de dejarse dominar por él como por un poder ciego, y lo lleven a cabo con el menor gasto posible de fuerzas y en las condiciones más adecuadas y más dignas de su naturaleza humana. Pero, con todo ello, siempre seguirá siendo éste un reino de la necesidad. Al otro lado de sus fronteras comienza el despliegue de las fuerzas humanas que se considera como fin en sí, el verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer tomando como base aquel reino de la necesidad. La condición fundamental para ello es la reducción de la jornada de trabajo” (17) (El Capital 1973, III, 759).

Estas características no son sólo notas constitutivas de la realidad, sino que, según nuestra postura epistémica, deberán constituir las ideas transversales a cada una de las disciplinas científicas desde las que trataremos de trazar la senda de pensamiento y acción  hacia estas metas de la gestión del desarrollo humano. Pero esta simetría estructural entre categorías de la realidad y categorías de pensamiento científico es una empresa que promete frutos, si se lleva acabo bajo los auspicios de la categoría de relación: tratando de analizar la realidad y sus posibilidades bajo la categoría de relación.

Quiere decir:

-         que nuestra relación con el otro es composible;

-         que nuestra relación con la tierra es compleja;

-         que nuestra relación de conocimiento es determinada;

-         que nuestra relación de transformación es limitada;

-         que nuestra relación con lo dado es contingente;

-         que nuestra relación política es relativa y relacional.

Pero habría que aplicar las seis categorías a cada una de esas mismas relaciones para que esta matriz exhiba su alcance en el tema del Desarrollo Humano Sostenible; esto es- y valga de ejemplo-, que nuestra relación con  el otro es composible pues la supervivencia de ambos pasa por la convivencia; es compleja porque tanto él como nosotros somos un universo de riquísimas potencialidades y podemos generar lo nuevo por emergencia; es determinada porque al encontrarnos generamos órdenes que pueden ser incluso negentrópicos (por ejemplo, el de ciudadanía); es limitada porque  la libertad del otro termina allí donde comienza la nuestra; es contingente al estar expuesta a cambios continuos y permite la alternativa; es relativa, esto es, depende de mil circunstancias y está afectada por ellas.

Este es un saber de hoy, no de hace cinco milenios. Pero hace cinco milenios o más que, como hemos visto, el ser humano comenzó a trazar una senda que, por muchos  altibajos que haya tenido, ha venido a dar en lo que hoy somos, nosotros y el medio vital en que nos encontramos. Hemos podido desbrozar, de entre tanta hojarasca como nuestra historia dejó a su paso, un hilo de Ariadna que indica hacia una patria aún no visitada por nadie- como no sea por el pensamiento que se anticipa a los hechos- donde el concepto de Desarrollo Humano Sostenible exhibe todas sus determinaciones sin tacha alguna. Se le puede llamar utopía o  ciudad ideal o como se quiera y sabremos que es un imposible, pero nos podrá servir de faro para indicar críticamente, radicalmente, dónde estamos y qué podríamos hacer.

 

9. “Nos llena de admiración el proceso por el que Andrew Wiles logró demostrar el Teorema de Fermat, Proceso que nos permite entender cómo unas ideas fecundan otras ideas y cómo las ideas promueven acciones y trazan caminos.  Fermat quizás ni llegó a demostrarlo, pero, si no lo hizo- y eso sólo  lo podemos saber ahora que sabemos que efectivamente  tiene demostración-, indudablemente hubo de tener una intuición o sospecha genial, para alumbrar tan monumental problema. Y hasta pienso que pudo no haberlo resuelto, si nos atenemos a la forma en que se encontró su solución: Fueron necesarias las aportaciones (todas ellas parciales) de numerosos matemáticos posteriores a Fermat (Leibniz, Euler, Newton, Lamé, Galois, Gödel, Turing, Frege, Russell, Witehead, Hilbert, Kummer, Wolfskehl, Coates, Taniyama, Shimura, Katz, Taylor, Ribet, etc.) para construir esa escalera que llevó al joven inglés a la cima de la demostración. Un proceso vivo, una memoria viva que permite ver lo que el pasado de verdad es: presente concentrado que hace aparecer el resultado de Wiles como la acumulación de saber e ingenio aportado por toda una memoria viva del planeta Tierra” (18).

En este proceso encontramos aspectos de claro progreso del conocimiento, en tanto vemos aumentar la complejidad de los espacios matemáticos. Pero vemos también desarrollo del conocimiento humano en ese despliegue del saber matemático de un siglo a otro, como cimentándose unos pensadores sobre los hombros de los otros, que se va haciendo saber social hasta dar con el saber  de los espacios matemáticos que nos logran transmitir a todos H. Poincarè en La ciencia y la hipótesis  y Gödel con su conocido Teorema acerca del alcance y los límites de esos mismos espacios hasta entonces dados por acabados e intocables.

Cada tiempo ha parido los conceptos que podía. Así se ha definido tanto progreso como desarrollo de diferentes maneras y, en muchos casos,  progreso y desarrollo han sido sinónimos. Sobre todo cuando no se trataba de hilar muy fino.  En ambos aparecía la idea de avance, pero sin que se aclarase bien si se trataba de lo mismo o de asuntos diferentes. Conceptos que se han ido perfilando...

-         desde la Filosofía (Bacon, Fichte, Hegel)

-         desde la Antropología (Morgan, Childe, Harris,)

-         desde la Biología (Darwin)

-         desde la Sociología (Comte)

-         desde la Psicología (Freud)

-         desde la Economía (Smth, Malthus, Marx)

Pero hoy tenemos conocimientos que ayer no se tenían. Conocimientos que nos obligan a separar los términos o, al menos, definirlos de otra manera.

La idea de progreso que aparece en el Novum Organum de F. Bacon (“de nuestra edad...sería justo esperar muchas más cosas que de los tiempos antiguos, siendo para el mundo la nuestra la edad mayor, enriquecida por innumerables experiencias y observaciones”) (19), idea  que se prolonga por el pensamiento más avanzado de la Ilustración, por la mano invisible de A. Smith en  La riqueza de las naciones y por la aún más optimista del s.XIX  dado el gran avance de las ciencias naturales y de las tecnologías que presagiaban una aurora de paz y bienestar, esa idea que se quiebra en parte debido a las dos guerras mundiales y al Holocausto.

El concepto de Desarrollo que nace como hermano gemelo del de progreso y que alcanza su cima en las ideas de Croce (la Historia como hazaña de la libertad) y en las del  Hegel de la Fenomenología del Espíritu (“Lo verdadero es lo entero. Pero lo entero es solamente la sustancia que se complementa mediante su desarrollo”) (20) apenas si da para discernir entre las diferentes obras humanas, todo ello dentro de una etapa de la historia, la de la engreída burguesía que celebra también como desarrollo lo que es en realidad crecimiento económico o progreso técnico no siempre encaminado a mejorar la vida humana.

Vale, pues, la pena indagar en la andadura humana a fin de encontrar claridad y discernimiento, aunque, para ello, hayamos de sumergirnos en el túnel del tiempo histórico de la mano de la Antropología.

No sabemos si la ciudad, la civilización, nació por mutuo acuerdo de sus vecinos o por casualidad, buscando cada cual su interés particular, esto es, buscando cada cual el modo de mejor satisfacer sus necesidades y de encontrar seguridad en su vida, pero de algo podemos estar seguros: que con aquel acto, se iniciaron relaciones humanas inéditas que, aun sin que los seres humanos se lo propusieran, fueron dando lugar a una senda que podemos hoy describir como la senda del desarrollo humano.

Se trata, por ello, de rastrear la andadura humana a través de la historia para constatar lo que el ser humano  ha venido haciendo y los modos cómo lo ha hecho, para ver si, dentro de la trabazón en la que todo tiene que ver con todo y no hay modo fácil de aislar las cosas, podemos discernir finamente y diferenciar entre lo que ha sido aumento de la producción de bienes y servicios (que se entiende como crecimiento económico), el aumento de la complejidad tecnológica (lo que se ha definido como progreso) y el creciente cambio cualitativo de determinadas relaciones sociales (que trataremos de señalar como desarrollo humano), pero lo haremos desde aquellas ideas transversales que señalábamos antes, por creer que son las más adelantadas de nuestro tiempo, esto es, con la conciencia de:

-         que tenemos límites (tanto la naturaleza como nosotros)

-         que la historia es contingente (todo puede ser de otra manera)

-         que toda realidad es relacional (las relaciones son constituyentes)

-         que toda realidad es compleja ( y por ello genera emergencias)

-         que la realidad no es caótica (por eso es posible su conocimiento)

-         que la realidad es composible (es concierto entre posibles)

Conocimientos que, si se miran desde la elemental perspectiva de la supervivencia humana (ni siquiera desde la buena vida) determinan como inteligente lo que se debe hacer y lo que no y permiten definir el desarrollo humano (en tanto que enriquecimiento de lo propio y diferenciadoramente humano) como aquel despliegue de potencialidades que llevan a la superación creciente y consciente de todo tipo de determinismos.

Determinismos los hay de muchas formas. Los hay naturales y los hay sociales.

Naturalmente estamos sometidos a multitud de determinismos, unos insuperables, otros dominables o, al menos, manejables. Así, estamos sometidos a la presión atmosférica que nos afecta a todos, pero de modo diferenciado afecta a cada individuo. No podemos eliminar este determinismo, pero podemos influir sobre el modo cómo nos afecta mediante medios técnicos de la medicina moderna (progreso), aunque, como no todos los seres humanos pueden disfrutar de los frutos del progreso, surgen formas sociales que buscan la inclusión de todos en el disfrute de la riqueza social y eso es desarrollo humano.

Socialmente también hemos generado multitud de determinismos que, a veces, gravitan sobre nosotros con tanta o mayor presencia y violencia que los determinismos naturales. Así necesitamos papeles para identificarnos como ciudadanos de pleno derecho y, para acceder a ellos, se han generado mecanismos administrativos, tecnologías sociales (progreso) que lo organizan y ordenan para garantizar estos procesos y hacerlos fiables. Pero hay muchos pobres y emigrantes que no entran en estos mecanismos, aunque se han creado formas de obligar a los Estados a identificar al extranjero mediante Códigos de Derechos Humanos y eso es desarrollo humano.

Pues bien, dando un salto a los inicios de la civilización, podemos constatar como los aspectos nuevos más visibles del cambio humano por la generación de la POLIS, entendida como la generación de la vida ciudadana y civilizada:

-el inicio de la generación del excedente material por la división social del                  trabajo;

- el inicio de la superación de la muerte violenta por la generación de leyes;

-el inicio de la conciencia de lo que es justo;

-el inicio de la generación del común, de lo público;

-el inicio de la superación de la ignorancia por el contraste de ideas;

-el inicio de la conciencia del límite por la presencia del otro como igual;

-el inicio del dominio de los determinismos por la cooperación;

-el inicio de la esperanza en el futuro por la apertura de posibilidades

-el inicio de la posibilidad de planificar hacia el futuro por todos estos                  “excedentes”.

La superación creciente de la inmediatez es lo que se comenzaría a lograr por la generación del EXCEDENTE SOCIAL como integral de todos los aspectos anteriores que no es simple aumento de la cantidad (crecimiento) ni simple aumento de la complejidad técnica (progreso), sino aquel proceso de humanización que lleva al conocimiento y a la vivencia de lo que somos, de lo que podemos hacer y de lo que, como especie humana, conviene hacer para sobrevivir y para todos vivir mejor.

Superación creciente de la inmediatez en tanto se ha generado un excedente social que va más allá del excedente alimentario (por supuesto necesario) y que supone también un excedente de conocimiento, un excedente de dominio sobre los determinismos, un excedente de convivencia entre los seres humanos, un excedente de convivencia consciente de los seres humanos con la naturaleza, un excedente de seguridad, un excedente de esperanza en el futuro y, para que muchas posibilidades encuentren su lugar de realización, un excedente de tiempo disponible.

 

10. Al diseñar la Matriz Teórica del Desarrollo Humano en mi libro Migrando sobre la Esfera (2009) e intentar luego sugerir lo que sería hacer Ciencia para el Desarrollo Humano, definíamos el Desarrollo Humano de modo aún demasiado formal y sin llegar a los detalles. Allí decíamos:

A la altura de los tiempos que vivimos y con la experiencia que nos han legado las muchas generaciones que pasaron por este mundo, vamos a partir de una definición inicial de Desarrollo Humano Sostenible como el despliegue complejo y determinado del potencial social generador de capacidades y de satisfactores que se realiza con conocimiento de su alcance y límites, con la participación libre y consensuada de los afectados y con sentido de futuro, esto es, pensando en las generaciones actuales y futuras (pág. 242).

Aunque ya  señalábamos queel Desarrollo Humano Sostenible pasa necesariamente por la generación de estructuras estatales y ciudadanas que sirvan de base y sustentamiento para proyectos que, aunque sean particulares, habrán de instalarse en ese tipo de  horizonte social, jurídico, ciudadano que les dé fiabilidad, consistencia y composibilidad. Por eso, al concepto de DHS, si en el mismo término de “humano” no va explícito ( y no parece que éste sea el caso), habría que añadirle una letra más: la que representa el momento social-estructural-ciudadano: la C de “cívico”. Yo comenzaría a hablar de Desarrollo Humano Cívico Sostenible (DHCS) para incorporar en la ideación del Desarrollo tanto el lado estatal de los proyectos como el lado participativo- cívico de los mismos y darle así a la S de “sostenibilidad” (que ahora  exhibe casi exclusivamente la relación con el medio natural) el apoyo institucional y la argamasa cívica necesaria para su complementación. Porque, desde  el Informe Brundtland y otras instancias,  se había hecho presente la naturaleza exigiendo su importancia en todo proceso de cambio, pero se estaba dejando de lado al Estado y las estructuras sociales como si se pudiera construir formas de vida deseables y sustentables prescindiendo de ello.

 

Terminábamos indicando los límites dentro de los que se enmarca:

 

Dos son, por tanto,  las fronteras entre las que se juega su suerte el Desarrollo Humano Sostenible:

- La una viene dada por nuestro necesario y vital metabolismo con la naturaleza del que hoy comenzamos a saber con saber de ciencia que exige de nuestra parte conocimiento, reconocimiento, cuidado, responsabilidad y prudencia y no sólo porque sabemos que la relación entre todos los seres vivos es frágil, sino, aun más, porque sabemos que tiene límites.

-La otra frontera tiene que ver con las formas de la vida social, con su sentido y con sus posibilidades. Viene dada por la convicción de que la supervivencia de la especie humana pasa necesariamente por la convivencia y ésta, para que se pueda concebir en el largo plazo como pediría el mínimo reconocimiento de la ley de conservación de la especie, ha de tener a su base la búsqueda y realización de la justicia, esto es, hemos de preguntarnos con palabras de Ernst Tugendhat:  Cómo han de configurarse las estructuras sociopolíticas y el Estado mismo para que sea haga realidad la justicia entre los seres humanos ( págs. 365–67).

 

            Después de tantos rodeos como hemos venido dando a fin de hilar lo más fino posible en torno a este tema, quizás sea ya el momento de pasar a diferenciar y especificar ese concepto que tantas páginas nos ha costado.       

El crecimiento económico por el crecimiento lleva al colapso; el progreso por el progreso lleva al hundimiento del Titanic, a Chernobil o a las “armas inteligentes”. Tanto crecimiento económico como progreso técnico sólo se legitiman como medios. El fin  es otro. El fin al que tanto progreso técnico como crecimiento económico han de supeditarse, es el Desarrollo Humano Sostenible donde “sostenible” no quiere decir “sostenido” en el sentido de que no cese, sino aquél que la supervivencia de la vida humana exige y permite en tanto la  Tierra también lo permita.

Describir ahora la red de relaciones sociales que se institucionalizan y dan lugar a lo Público, entendido como el Bien Común, es tanto como exhibir las determinaciones del concepto de Desarrollo Humano Sostenible. Por tanto, diremos ahora que estamos hablando de la generación, ampliación y garantía de lo público por un lado,  acceso de todos a lo público por otro y conciencia de nuestra repercusión sobre la Tierra: he ahí las tres determinaciones fundamentales del Desarrollo Humano Sostenible.

Corolario: de todo lo anterior se desprende que el Progreso Técnico y el Crecimiento Económico deben estar supeditados al Desarrollo Humano. Y todo el andamiaje que supone tanto el Progreso Técnico como el Crecimiento Económico capitalistas  desde el ámbito productivo al laboral y desde el ámbito financiero al comunicacional,  al tener que estar supeditados al Desarrollo Humano Sostenible, deberán estar supeditados a la acción política que vela por lo público, por su extensión, por su cobertura y por su calidad, de dónde la garantía de esta red de relaciones sólo puede venir del Estado en tanto Estado de Derecho que, al velar por esta forma de reproducción de las condiciones de existencia, se convierte en Estado de Bienestar.

Aquí tenemos, pues, las líneas fundamentales que, desde que hay memoria histórica, permiten trazar la Senda del Desarrollo Humano Sostenible, sus avances y retrocesos, sus singularidades y, en fin, la riqueza de formas y relaciones con que la humanidad la ha ido enriqueciendo a través de los siglos.

 

 

 

11. Lo que hemos querido destacar aquí, porque lo creemos de suma importancia para poder articular el tema del desarrollo humano sostenible, es el hecho -ya lo decíamos- de que nuestra sociedad, precisamente esta sociedad que tanto criticamos, sin proponérselo, ha logrado generar en tiempos muy cortos (no podemos decir mínimos, porque esto aún no ha llegado a límite) más de la cantidad de medios de vida elementales necesarios para satisfacer las necesidades vitales de toda la población del planeta Tierra, incluidos los siete mil millones de seres que hoy la poblamos.

Este es un punto de referencia nodal para hablar con seriedad de desarrollo humano sostenible. Es un dato precisable en cantidades conocidas. Es un potencial ya disponible, mal conocido, mal reconocido, peor repartido y administrado, pero, en fin, un potencial real. Tan real, que permite hablar de injusticia social, por la mala o nula distribución que hay de toda esta riqueza social: tanto de los bienes materiales producidos, cuanto del otro bien social, el del tiempo disponible; tan mal repartido como aquellos, pues hoy se traduce, como ya se sabe, en tiempo de desesperanza para muchos, en desempleo masivo.

Ésta es la razón por la que le la que hay que darle importancia a la evolución que los procesos de trabajo han tenido en la época moderna. La humanidad, desde los diferentes pueblos y naciones que pueblan la Tierra ha ido praxeando el mundo y descubriendo las mil y una formas que hoy tenemos para vivir en él. No parece posible encontrar a estas alturas a un grupo humano que no haya encontrado alguna forma especial para vivir y, si cabe, para “vivir mejor”. De modo que no ha de haber ningún pueblo que, con su praxis, no haya incorporado a la experiencia humana general algún conocimiento. Todos los pueblos y generaciones han cooperado en la creación de este bien común. Bien común -no nos cansaremos de repetirlo- que lo conforman no sólo los parques públicos y las tierras ejidales, los códigos legales y las constituciones, la literatura y las artes, sino también los modos de ver y mirar, de apreciar la tierra madre como nos enseñaba el jefe indio de las praderas, de respetar al otro como nos enseñaron Jesús de Nazaret, Maimónides o Gandhi, de esperar lo mejor en el futuro como indicara E. Bloch.

Recorre, por tanto, como una cordillera inmensa esa cima de la praxis humana, lo que llamamos la cultura humana, que tenemos ahí como riqueza social universal,  difícilmente apropiable particularmente como no sea por medio del hurto y de la rapiña (21). Es la manifestación de ese lado humano de la igualdad que por mil motivos se ha tratado de ocultar, aún con violencia.

Somos todos hijos de esta Tierra, herederos legítimos de la larga andadura humana y, del mismo modo que ya hay códigos de Derechos Humanos que postulan y exigen hacer justicia, también hay ya conocimientos históricos suficientes como para eliminar cuantas barreras quieran imponernos con el propósito de justificar las enormes desigualdades de este mundo.

Todo esto y mucho más  es obra de todos y de todas las generaciones que nos precedieron. Bastaría preguntar cuál es el precio que éste o aquél pueblo ha tenido que pagar para que tal o cual relación, tal o cual producto se haya logrado para advertir que por activa o por pasiva nadie se quedó fuera: que todos hemos tomado parte y somos por ello legítimos herederos de lo conseguido. Tú te llevaste la madera de mis bosques y con ella construiste tus mansiones, las  estanterías de tus bibliotecas, los retablos de tus catedrales y las mesas de tus comedores con lo que tu vida se hizo agradable y te dio tiempo para pensar, para inventar y para dominar. Pero yo me quedé con la desolación del campo, yermo y sin posibilidades para la agricultura y para la vida. ¿Quién de los dos ha pagado un precio más alto por eso que tú llamas “tus” ingenios? ¿Son realmente tuyos, sólo tuyos? ¿No tengo yo alguna parte en su consecución? ¿Qué velo se ha roto en tu cerebro para que no seas capaz de entender esto? ¿Crees acaso que te estoy pidiendo limosna? Mi grito no es el que clama piedad, sino justicia: justicia rotunda y definitiva.

No hay modo de patentar legítimamente para uso privado logros humanos como  la rueda, el uso del fuego, la escritura o el tiempo disponible y muchos otros más.

¡Nadie es más que nadie!, grita el decir castellano que debería constituirse en grito universal de la humanidad, porque no hay razón alguna para que en el mundo moderno de la sobreproducción de bienes haya quien se vea privado de lo más elemental ni hay razón alguna que justifique la exclusión de tanta gente a la hora de determinar la suerte de todos. (¡Sólo en Alemania se tiran al cubo de  la basura 11,000 toneladas de alimentos  al año! La cantidad desperdiciada en el llamado primer mundo bastaría para erradicar todo asomo de hambre en el mundo).

Se destacan, así, cuatro aspectos a tener en cuenta:

-la justicia y el respeto al otro (con inteligencia) como fundamento para la generación y el despliegue de relaciones de ciudadanía que, al tener presente el principio de conservación de la especie homo sapiens, garantiza la convivencia;

-la prudencia y el respeto a lo otro (con inteligencia) como fundamento para la generación y el despliegue de relaciones medioambientales, que al tener presente el principio de conservación del medio natural, garantiza su sostenibilidad y la nuestra.

            Esta compleja e inteligente relación del ser humano con la naturaleza  es imprescindible para la supervivencia de la especie humana. De su despliegue, o, mejor dicho, del sentido y orientación de su despliegue depende la supervivencia de la especie humana. Por eso hablamos de inteligencia, en la medida en la que daremos la nota de inteligentes sólo a aquellas formas que no sólo no  ponen en peligro la vida del ser humano, sino que la enriquecen. Y, por lo mismo, diremos que no todo despliegue y crecimiento de posibilidades humanas ha de considerarse como desarrollo humano, porque muchas de esas posibilidades pueden poner en peligro la vida en general y la vida humana en particular, de donde se deriva un principio que es ético, pero que también es político: no todo lo que se puede se debe.

Somos seres humanos dignos, por eso, ante tanta desigualdad como aún existe, nos indignamos y comenzamos a exigir nuestros derechos.

La justicia social no es una exigencia piadosa, sino la regla que puede garantizar  la paz y la sostenibilidad.   Aparece al final como el faro que ilumina la senda. No es un dato, sino el sentido específicamente humano que comienza a desvelarse desde el momento en que hace milenios aparece el otro y con él iniciamos juntos el camino.

12. Después de recorrer la gran maraña histórica de los hechos y avatares de la milenaria trayectoria humana, creo que podemos rescatar algunos rasgos que merecen especial atención para exhibir lo que sería la Senda del Desarrollo Humano: huellas que la humanidad aquí y allá y de las formas más diversas ha ido dejando a su paso. Huellas  que indicarían hasta qué punto se ha ido configurando la diferencia específica de la que hablara Aristóteles: que somos verdaderamente humanos  y no sólo animales (nuestro género) en la medida en la que somos seres políticos (nuestra diferencia específica) que van generando espacios de simetría y convivencia social: en la medida en que se genera un rango que nos eleva sobre los intereses particulares y los egoísmos, espacio donde las diferencias individuales, raciales y de sexo quedan subsumidas bajo leyes, formas y relaciones comunes a todos por igual, precisamente porque nos elevan sobre las leyes de la supervivencia animal del sálvese quién pueda y del miedo al otro por medio de la educación que enseña el respeto al otro e incluso llega a enseñarnos que la diferencia, lejos de ser una amenaza, es una riqueza que a todos enriquece.

Ese rango lo constituye el espacio público en tanto que lo público es, junto a los bienes naturales que la madre Tierra nos da espontáneamente, el bien común producido por el trabajo humano y en tanto es conocido, reconocido y defendido por todos y todos tienen acceso a él (22). Es el espacio de la simetría, de la igualdad, de la justicia.

NOTAS

(*) Conviene recurrir a la descripción de un nicho ecológico para entender lo que significa “estar” como fruto de  relaciones que ahí son relaciones constituyentes. El ejemplo que sigue nos hace ver que los seres que ahí viven y se desarrollan son lo que son por las relaciones en que “están”. Es su forma de “estar ahí” lo que determina su ser y no a la inversa.: “Debe ser muy importante saber cuánto, en números, necesita una especie de mariposa (melpomene, de la familia de las heliconniideae) de la pasionaria (de la familia de las pasifloráceas) para vivir, pero antes y sobre todo, antes hemos de saber que la relación de esa mariposa con la pasionaria es necesaria. Lo cualitativo, la relación misma, es aquí más importante que lo cuantitativo.  La Ecología, sin menospreciar la cantidad, nos enseña que la cualidad en forma de relación también  puede ser y  de hecho es susceptible de apropiación científica. Esta mariposa de la que me habla el doctor en Biología Pablo Serrano Minar, mi hijo mayor, necesita de la pasionaria en un 100% desde el punto de vista ecológico, pues no sólo no puede desovar sobre otras hojas que no sean la de la pasionaria, sino que, al nacer las larvas, éstas se alimentan exclusivamente de las hojas. Después de haber salido de la crisálida, la mariposa se alimenta, también exclusivamente, del polen de  las flores de la pasionaria. Esta relación es muy peculiar, ya que no se trata de una simbiosis. Si bien la pasionaria obtiene como “beneficio” de la relación mariposa-planta la polinización y por lo tanto la fecundación por medio de la mariposa como un efecto secundario (aunque existan otros insectos que la polinicen mejor), el convivir con la mariposa y sus larvas le acarrea muchas desventajas: sus órganos de asimilación (las hojas) son corroídos, disminuyendo así su capacidad de colectar los rayos solares y debilitando como consecuencia la planta entera; el polen que necesita la planta para fertilizarse se lo come la mariposa (¡ojo, que las mariposas generalmente liban néctar, éstas no!), de manera que otros insectos o colibríes tienen menos polen a su disposición cuando la flor de la pasionaria los atrae con el néctar.En la naturaleza a esto se le llama de comensalismo. Es como la lombriz que vive en nuestro intestino, que se alimenta de lo que nosotros comemos y nos puede llegar a debilitar, pero no nos mata. Un comensal no suele matar al que lo alimenta, sería contraproducente. En el caso de la mariposa y la pasionaria existe una interrelación un poco más complicada y puede ser tildada de parasitismo, pues el adulto, cuya fuente alimenticia es el polen de la planta (y su fuente de protección, ya que la pasionaria durante la coevolución entre insecto y planta, produce ácido cianhídrico para ser venenosa, lo que hizo que la mariposa, también durante la coevolución, creara mecanismos de neutralización en su organismo. El resultado hoy es que la mariposa acumula el veneno en su cuerpo, no la daña, la hace al mismo tiempo venenosa a otros predadores, de manera que no es devorada); parasitismo peligroso y, a la vez, creador de nuevas especies, porque, poniendo los huevos sobre las hojas de la misma planta, está destruyendo su fuente alimenticia (o mejor dicho, la de sus descendientes cuando estos sean adultos).El producto de estos “amores peligrosos” es una gama de varias especies de pasionaria, cada una de ellas con un comensal/parásito diferente de mariposa. La pasionaria “original”, creó como “defensa” contra la mariposa que ponía los huevos sobre sus hojas el ácido cianhídrico. La mariposa creó como defensa a esto una resistencia, lo que la hizo al mismo tiempo inmune a los ataques de otros que se la querían comer. La planta produjo entonces hojas de forma diferente para que la mariposa no las reconociera, pero la mariposa evolucionó creando una especie que detecta las hojas al tacto. La planta cambió la estrategia produciendo unas protuberancias que copian la forma de los huevos de la mariposa, para que ésta "creyera" que las hojas ya estaban “ocupadas”. Hay una especie de pasionaria que atrae hormigas con fuentes de néctar para que éstas, cuando ya están sobre la planta, se coman los huevos de la mariposa “a cambio”, limpiando las hojas de los futuros predadores. Cada “truco” de la planta significa una nueva especie, cada “contraestrategia” de la mariposa una especie correspondiente. Incluso, para colmo de la coevolución, existen para muchas especies de mariposas (que son venenosas por ingerir el polen con ácido cianhídrico de las respectivas pasionarias) otras mariposas de una familia totalmente diferente (erato) (y que se alimentan del néctar de otras plantas) que copian los colores y las formas de las venenosas. Con esto, son confundidas y se salvan así de ser devoradas (una especie de mimetismo, como el de arañas que parecen hormigas y así se meten en los hormigueros para diseminar las poblaciones tranquilamente sin ser reconocidas)” ( Serrano, A.: Migrando sobre la Esfera:  Pensar el Desarrollo en la globalización desde América Latina. UNAH. Tegucigalpa 2009; págs. 231–34).

(1) Childe, G.: Los orígenes de la civilización. Breviarios del FCM. México 1988, pág.12

(2) Ibid. pág. 303

(3) Ibid. pág. 18

(4) Ibid. pág. 60

(5) Ibid. pa´g. 300

(6) Marx, C.: Líneas fundamentales de la Crítica de la Economía Política (Grundrisse).  Grijalbo,       México 1978; págs. 92-94

(7) Fröbel, F. y otros: La nueva división internacional del trabajo. S.XXI México 1977;  págs. 18-39-40 y      451

(8) Wiener, N. Cibernética y sociedad. Ed. Suramericana. Buenos Aires 1969

(9) Koyrè, A.: O.c.

(10) Tugendhat, E.: El origen de la igualdad en el Derecho y la Moral. En: J. Padilla y    otros: La         igualdad en el Derecho y la Moral. Plaza y Valdés, Madrid 2009; págs         y ss.

(11) Zabala, S. : El País  25-2-2012

(12) Platón: Protágoras 323e

(13) Ibid. 322b

(14) Serrano López, A.: Política y Justicia. En Padilla y otros. O.c. págs 103-104

(15) Hacer ciencia en “plan de elementos” no es sino tratar de reunir saberes dispersos, venidos de         diferentes pueblos y diferentes prácticas para disciplinarlos y darles coherencia entre sí.  Así,         recuerda Proclo en sus comentarios a Euclides : “son de admirar sobre todo sus Elementos de         geometría por el orden y por la selección de teoremas y problemas hecha precisamente para         Elementos, porque no incluyó todo lo que pudiera haber dicho sino lo que podía decir en plan de         Elementos” (págs. 12 y 13). Es decir, de todas las noticias que sobre asuntos geométricos y         agrimensores tenía, sólo recoge, no en forma de principios (arjé), sino de Elementos (stoijeion ), los         que se dejan ordenar tal como explicita Juan David García Bacca en sus comentarios a este Sumario         de Proclo: “es decir: 1) con objetos simples y primeros; 2) del mismo orden que los compuestos y         figuras que de ellos resulten; 3) unidos tales objetos simples y primeros por leyes de tipo “fila”,         cuadro, hilera, trazos o configuración espacial; es decir, por procedimientos constructivos de orden         “visible”...Stoijeion  significó primitivamente filas de soldados, tipos de órdenes de cuadros y         unidades militares” (pág. 68) ( Juan D. García Bacca:  Textos Clásicos para la historia de las         ciencias. Universidad central de Venezuela. Caracas 1961)

(16) “El crecimiento económico es el aumento de la renta o valor de bienes y servicios finales         producidos por una economía (generalmente un país o una región) en un determinado         período...Habitualmente el crecimiento económico se mide en porcentaje de aumento del Producto         Interno Bruto real o PIB; y se asocia a la productividad... El crecimiento de los ingresos se puede         dividir en dos categorías principales: crecimiento por aumento de las rentas (p.ej. capital, trabajo) y         aumentos de productividad (p.ej. las nuevas tecnologías). A largo plazo, el progreso tecnológico es         necesario a fin de mejorar los niveles de vida, ya que no es posible aumentar las rentas         indefinidamente mediante el trabajo, y el intento de añadir capital al proceso de producción         constantemente topará necesariamente con amortizaciones marginales en disminución” (tomado de         Wikipedia).

(17) Marx,C. El Capital. vol. III. FCE. México 1973, pág. 759

(18) Serrano López, A.: Las dos memorias: Latinoamérica después de doscientos años. Ponencia en el         Congreso de Stutgart de Septiembre de 2010 para conmemorar los doscientos años de la         Independencia de la colonias españolas de América. pág. 8

(19) Bacon, F. : Novum Organum. I. pág. 84

(20) Hegel, G. W.: Phänomenologie des Geistes. Akademie Verlag. Berlin 1967; s. 9-11

(21) “¿Por qué la izquierda ha desaparecido ante la crisis? ¿Por qué no existe ni como proyecto ni como         alternativa? La respuesta que viene de la derecha, aunque la ha hecho suya buena parte de la         izquierda, es que no ha sido capaz de adaptarse a los tiempos nuevos. ¿Qué se esconde detrás del         eufemismo tiempos nuevos? Un capitalismo mucho más desregulado; una ideología hegemónica que         entiende que hay que mimar a los que más tienen porque son los que crean empleo; una aceptación         acrítica de la desigualdad social que perpetúa las diferencias de partida, con la reducción a mínimos         del impuesto de sucesiones, el más redistributivo de todos, y con un debilitamiento sistemático de la         educación, la sanidad y los medios de comunicación públicos a favor de lo privado; una cultura de         negación del conflicto social y de despolitización masiva de la sociedad; una meritocracia que         confunde el mérito con las condiciones naturales o sociales de cada cual; y una sustitución de         cualquier debate ético por la hegemonía imparable del oro y la insolencia” (J. Ramoneda: La         izquierda y los tiempos nuevos. El País 7 de marzo de 2012).

(22) Acceso a...se convierte en clave de intelección para ver lo que significa real y efectiva participación        ciudadana. Y no encuentro mejor metáfora para expresarlo que a través de la rampa que se suele         hacer en los edificios para que accedan los que se trasladan sobre ruedas; el mordisco que se le hace         a la acera para lo mismo. Son formas de alivio, generadoras de discriminación positiva para tratar de        compensar, de equilibrar, de igualar posibilidades. Acceso al edificio, acceso a la educación, acceso a        la salud, acceso a la seguridad, acceso a la recreación, acceso al tiempo libre, acceso a..., ¿no es eso        lo que queremos decir cuando hablamos de igualdad de oportunidades?

Pero, ¿qué significa tener acceso a la igualdad de oportunidades?

Eso sólo puede significar que se tiene acceso a un espacio social en el que es real la vigencia de tales posibilidades y, por ende, se convierten para cada cual en reales y efectivas oportunidades.

Posibilidades reales, esto es, potencialidades efectivas para la vida plena. Quiere decir que ahí, en ese espacio, están a mano, vigentes, esto es, se pueden realizar las dimensiones fundamentales para la vida plena humana a la altura de los tiempos que corran. Espacio que será garantía de lo fundamental, si en él se encuentran, al menos, la transmisión de la cultura, del conocimiento y de la experiencia como educación; la salud, como atención general de la salud tanto preventiva como curativa; la atención a las minusvalías, a la vejez y a la infancia como discriminación positiva; la seguridad de la vida, de la ejecución de la justicia y de las pensiones y la facilidad para el acceso a la vivienda y al trabajo.

Por ser este espacio lugar donde todos son igual y simétricamente  propietarios, es espacio público y, por ser su contenido y su sentido bien social, es bien común.

El espacio público, precisamente por ser de todos y de nadie en particular, debe ser atendido por aquella instancia social capaz de velar por él porque viene a constituir su obligación primaria y fundamental: se trata del Estado Democrático de Derecho.

En los conceptos democrático y de derecho se especifican las dos dimensiones que le dan contenido y sentido a dicho Estado.

Por ser de derecho, el Estado regula los espacios sociales, tanto público como privados y hace cumplir sus reglas de juego. Por ser democrático, todo ciudadano debe entender que la política consiste primaria y originariamente en participar plenamente  (en la legislación, en la orientación y en la ejecución) en lo que es obra de ellos y que la delegación de su potestad que temporalmente hacen no es un cheque en blanco ni la renuncia a su responsabilidad, sino la confianza vigilada que se deposita en algunos de los ciudadanos.

Si el Estado no puede comenzar a ser sin, al menos, partir del no matarás, el Estado Democrático de Derecho es el que ha integrado en sí lo mejor que la humanidad ha ido produciendo en términos de convivencia y bienestar social. Ahí, en el espacio público como bien común se ha ido precipitando e institucionalizando el cuidado y el respeto a la vida, el respeto al otro, la tolerancia, el cuidado de la naturaleza, la participación ciudadana, el derecho al trabajo, el disfrute del tiempo libre y tantas dimensiones como hoy se conocen, como hoy ya son posibles.

Por eso mismo, la senda del Desarrollo Humano viene trazada, aunque muy sinuosamente, por la generación, la amplitud y la defensa del espacio público en cada pueblo, en cada sociedad, en cada momento de la historia.

Dime cuál es el estado del espacio público de tu país y te diré el grado de Desarrollo Humano que ha alcanzado. Desde esa plataforma concreta, también podré decirte el grado de sostenibilidad en que se encuentra ese mismo desarrollo humano.

 

 

 

 

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